Por Claudio Espejo Bórquez, editor El Observador
El ministro de Salud, Jaime Mañalich, ha descrito como un error la suspensión de clases presenciales, en el marco del Coronavirus. Es más: el plan del gobierno fue, en un principio, hacerlos volver el 27 de abril. Luego cambiaron de idea y se habló de un retorno progresivo en mayo. ¿Cuándo? ¿Bajo qué circunstancias? Tendremos que esperar por respuestas claras.
Me preguntaron, ayer, en una entrevista en Radio Quillota, no como periodista, sino como papá, si llevaría mis hijos al colegio en dos o tres semanas más, justo en medio de un volumen creciente de contagios. Tengo dos: un de 9 años y otro de 17. Cada uno con niveles diferentes de vulnerabilidad ante el virus. Respondí que no, porque estoy convencido que el “quédate en casa” ha sido una de las razones para que, al menos en la Provincia de Quillota, el número de contagios se haya mantenido en números prudentes.
Dicho eso, aunque el estado de salud de mis hijos es una razón para mi decisión, no la única.
Por sus edades, no están dentro de los grupos de mayor riesgo, aunque es evidente de que, a medida que pasa el tiempo, el virus afecta no sólo a adultos mayores o personas con enfermedades previas, sino también a organismos sanos. Ya hemos lamentado muertes de personas jóvenes. Pero hay otro factor relevante: cómo mi decisión afecta a quienes sí están en los grupos de riesgo.
Me explico: en medio de un reportaje, el médico jefe de la Unidad de Pacientes Críticos del Hospital San Martín de Quillota, Roberto Contreras, fue claro cuando me habló de lo fundamental que era mantener a los niños en las casas. Explicándome el número de personas que habían necesitado Camas UCI por las enfermedades respiratorias del invierno, dijo que el factor infantil influye enormemente en la curva de contagios.
Dijo, textual: “Sabemos que se nos van mezclar cuadros respiratorios habituales con Covid-19 y eso va a complicar la situación. Un factor que podría bajar la demanda es que coronavirus hizo que aumentara la tasa de vacunación contra la influenza. Además se ha reducido en algo la movilidad de personas y se mantiene la suspensión de clases. Esto es relevante, porque los niños son una gran fuente de circulación de virus”.
Imposible ser más claro: los niños no sólo se enferman, sino que son grandes transmisores de virus.
Yo cruzaría esta declaración con la que emite en la página 8 de El Observador de hoy el alcalde de Quillota, Luis Mella, cuando enfrenta duramente al ministro Mañalich por sus afirmaciones sobre la suspensión de clases. Apelando a su calidad de médico, afirma: “El sentido común, la investigación científica y la experiencia de años anteriores nos demuestra que, cuando los niños están de vacaciones, la carga viral baja y la ocurrencia de enfermedades respiratoria disminuye. Si el ministro no reconoce que para los escolares quedarse en la casa es un elemento protector, no sé entonces con qué fundamento dice que eso no sirve. Me encantaría que lo explicara”.
Dados estos argumentos, usted tiene toda la libertad de llevar a sus hijos al colegio si en dos semanas se decreta el retorno. Yo, al menos, no lo haré. No sólo por proteger la salud de mis cabros, sino también para cuidar la suya.