Cuatro años antes de salir del colegio Tomás Verdejo ya sabía que quería ser profesor
QUILPUÉ.- Cuando a Tomás Verdejo Barraza le preguntan si era muy “mateo” en el colegio, responde con voz muy sincera que no y agrega que “en realidad yo no era de estudiar mucho, aprendía más poniendo atención en clases que estudiando”.
Este joven estudiante, egresado del Colegio Aconcagua de Quilpué, recuerda que para prepararse para la PSU optó por no ir a un preuniversitario y enfocarse en hacer facsímiles on line o asistir a los ensayos que se realizaron en la Universidad Federico Santa María y en la de Valparaíso. “Eso sí, me preocupaba de corregir todas las respuestas malas que tenía”, cuenta, agregando que “jamás tuve todas las respuestas buenas, creo que el puntaje más alto que logré fueron 770 puntos”.
Pero por lo visto la fórmula le funcionó porque tras conocerse los resultados de la PSU, Tomás se enteró -como cualquier otro estudiante y sin que nadie lo llamara- que había sido puntaje nacional en matemáticas. Sin embargo, a pesar de tener motivos de sobra para “saltar en un pie”, este joven optó por contarle solo a su círculo cercano de amigos y a su familia le dijo simplemente que le alcanzaba el puntaje para entrar a lo que él quería y con beca. Finalmente también le contó a su profesor jefe y de ahí la notica se difundió.
“Sentía que decir que yo había sacado los 850 puntos no era tan importante, lo importante era que había entrado a la carrera. De hecho la decisión de no comentar mi puntaje la había tomado antes de saber que era puntaje nacional. Creo que la PSU está sobrevalorada y puede llevar a falsas impresiones de la capacidad de las personas, además hay una incidencia circunstancial que puede afectar los resultados”, explica.
ESTUDIARÁ PEDAGOGÍA
Con el puntaje nacional logrado, sumado a un buen promedio de notas en Enseñanza Media y un excelente ranking, Tomás estaba en posición de elegir la carrera que quisiera y con beca. Por eso, su decisión no dejó de asombrar a algunas personas, cuando contó que su opción era estudiar Pedagogía en la Universidad de Playa Ancha (UPLA).
“Desde primero medio ya sabía que quería estudiar pedagogía, quizás mi interés empezó en octavo básico, pero con el paso del tiempo fui convenciéndome que lo mío era enseñar. En mi colegio hay hartos profesores buenos que me inspiraron con su manera de enseñar, pero aquellos que no lo eran tanto me hicieron pensar en la gran responsabilidad que tiene un profesor y eso también me impulsó a decidirme por la docencia”, reflexiona.
“Yo creo que un profesor debería tener mente abierta y no creer que es dueño de la verdad, también debería tener la capacidad de escuchar y aprender de sus alumnos, de generar una retroalimentación y una relación menos vertical con los estudiantes”, comenta con total convicción.
Uno de los aspectos que a este futuro profesor de matemáticas le llamó la atención, fue el de un profesor de este ramo que tuvo en el colegio, que -cuenta- se tomaba unos 10 o 15 minutos para hablar de temas variados antes de iniciar la clase, cosa que a Tomás le hacía mucho sentido pues, explica, para generar una relación para el aprendizaje es necesario primero establecer una de confianza.
Y sin duda, este profesor y otros más -que también fueron formados en la UPLA-, con su metodología de trabajo influyeron en la decisión de Tomás a la hora de elegir su institución de educación superior. “Ese profesor tenía habilidades sociales en clases, lo que era muy importante porque hay que saber a quién se está educando y también quién lo está educando a uno”.
En cuanto a la elección de la universidad, Tomás comenta “la UPLA me llamó la atención por la manera en que forman a sus profesores, siento que salen con más habilidades pedagógicas, y mi camino va por la pedagogía en los colegios y elegí la matemática porque es lo que se me da más fácil y que puedo transmitir de manera más clara”, explica.
De manera muy madura, Tomás asume los comentarios que generó el haber logrado puntaje nacional y la elección de una carrera que no destaca precisamente por ser lucrativa. “Cuando se supo mi puntaje y que quería estudiar pedagogía, muchos dijeron que iba a ganar muy poca plata o que me estaba desperdiciando. Pero lo que me llama mucho la atención es que digan que para ser profesor se necesita vocación, porque yo creo que para cualquier carrera se requiere tener una vocación, pero esto no se trata de amar más o menos el trabajo que uno hace en función del dinero que se gana, creo que son cosas aparte”, acota.
“Mi buena noticia es que tuve la suerte de ser puntaje nacional y poder estudiar lo que me gusta con una beca. Pero muchas personas dependen de la PSU para poder estudiar lo que quieren y esta prueba les marca su vida, no todos viven en la condiciones para tener un buen rendimiento académico. Mi caso es fuera de lo común, pero creo que si más personas tuvieran las oportunidades que tuve, también tendrían la posibilidad que hoy tengo yo. Es momento de exigir una educación más justa”.