Hay varias teorías sobre el origen de la expresión “el pago de Chile”. Una de ellas se remonta a la Colonia y la lentitud de pagos a Chile por parte de la Corona Española, debido a su lejanía, generando la frase “el pago del Rey”. Luego, con la Independencia, la burocracia no mejoró esta situación, derivando en “el pago de la Patria” o “de Chile”.
Para el cronista y político Benjamín Vicuña Mackenna, que vivió y murió en Santa Rosa de Colmo, el origen se remonta a la Conquista. Según él, en el pujante Virreinato del Perú era mal visto y considerado un castigo ser enviado a estas tierras sureñas, pobres, lejanas y llenas de mapuche, dispuestos a la resistencia. Entonces, venir acá era “el pago de Chile”.
Como haya sido, hoy usamos esta expresión para manifestar la falta de reconocimiento e incluso, el castigo nacional hacia quienes han prestado destacados servicios a la Patria. Y eso, claramente, es aplicable a Violeta Parra Sandoval, la prolífica artista chilena que el pasado 4 de octubre cumplió 100 años, más viva que nunca.
Basta entrar a foros o leer comentarios en sitios de noticias, para encontrar gente, que sin mérito alguno, todavía la desprecia”.
Sin lugar a dudas, Violeta está entre los artista más universales que ha dado nuestro país, a la altura de los premios Nobel de Literatura Gabriela Mistral y Pablo Neruda. Sin embargo, tiene una ventaja sobre ellos y es su carácter integral. Ella fue cantautora, instrumentista, investigadora y recopiladora folclórica, pintora, arpillerista, escultora y además, poetisa de gran calidad. Tanta, que el prestigioso académico limachino Gastón Soublette, quien fue su amigo y trabajó con ella, planteó en entrevista con “El Observador” que sus textos también son dignos del Nobel.
En cuanto a su trabajo en la plástica, Violeta fue la primera artista latinoamericana que expuso en el Museo de Artes Decorativas del Louvre, en París, en 1964. Y respecto a su condición de recopiladora folclórica, fue la encargada de rescatar la canción y poesía popular campesina chilena, recorriendo a pie “playas y desiertos, montañas y llanos”, con un cuaderno y una guitarra. Luego, el propio Soublette traspasó a partitura ese trabajo, que ella almacenó solo en su memoria, rescatando una vasta obra del olvido y desarraigo que generó el fenómeno de la migración del campo a la ciudad, en la primera mitad del Siglo XX.
Pese a lo antes descrito, recién este año del Centenario, la Universidad de Valparaíso publicó la primera antología, aún incompleta, de la poesía de Violeta Parra. Además, la literatura no es algo por lo que sea recordada masivamente. Sus arpilleras y óleos fueron rechazados por Germán Gassman, organizador de una gigantesca feria nacional de artesanía en el Parque Forestal de Santiago, justo un año antes que ella expusiera prácticamente los mismos trabajos en el Louvre. Y la música que recopiló en sus viajes por Chile -así como su trabajo en general- siempre fue vista como algo curioso por sus contemporáneos, lo que queda muy bien retratado en el incidente -real- en el Club de La Unión, que Andrés Wood incluye en su película “Violeta se fue a los Cielos” (2011). Respecto a lo mismo, su incomprendida idea de crear la Universidad del Folclore, que era el objetivo final de su malograda carpa de La Reina, donde se quitó la vida, solo tuvo el apoyo del recordado alcalde Fernando Castillo Velasco y terminó haciendo agua, tal como la precaria estructura.
Hoy, en su Centenario, Violeta Parra sigue recibiendo el “pago de Chile”. Pese a que, dos años antes, se inauguró un museo que la recuerda y este 2017 las actividades, conciertos, publicaciones de discos, libros y reportajes abundaron, basta entrar a foros o leer comentarios en sitios de noticias, para encontrar gente, que sin mérito alguno, todavía la desprecia, por comunista, por sus amores apasionados, su forma de vida o simplemente porque se suicidó.
Considerando esos niveles de incomprensión social, desamparo y falta de apoyo para sus incansables esfuerzos y su inconmensurable obra, sumado a que “Run Run” se fue pa’l norte, cualquiera se hubiera pegado un tiro.