Se levantó de madrugada para fumar su último cigarro antes de morir
LA CRUZ.- El domingo pasado, mientras en muchos hogares del país se festejaba el Día del Padre, en la casa de Ramón Saavedra Herrera sus tres hijos vivían el dolor por el repentino fallecimiento de su papá y vecino del pasaje Puertecito en La Cruz, quien dejó esta vida a los 73 años.
Ramón fue un hombre forjado por el trabajo en el campo, desde muy joven se dedicó casi al 100% a las labores agrícolas según contó a “El Observador” su esposa Elsa Cid, con quien compartió los últimos 37 años de su vida. “Trabajaba de lunes a lunes cuando era más joven”, cuenta, agregando que ni siquiera las enfermedades y la jubilación, a la que se acogió hace cinco años, lograron disminuir su ritmo de trabajo.
“Él decía que cuando se muriera iba a ser tiempo para descansar”, dice su esposa, quien señala además que siempre dijo que los 70 años era la edad perfecta para morir, “decía que después de los 70 uno se dedicada a sólo a dar la hora”, comenta su viuda.
El trabajo de sol a sol y todos los días de la semana había causado estragos en su salud, sumado a la aversión que tenía a consultar al médico lo mantenían con constantes achaques y enfermedades crónicas.
“Tenía una enfermedad pulmonar y hace varios años se fracturó la cadera, pero nunca fue a ver un médico”, cuenta la mujer, quien añade que para su esposo “los doctores no sabían nada”.
SU ÚLTIMO CIGARRILLO
Una de las principales restricciones médicas de su afección pulmonar era el cigarrillo, sin embargo, fiel a su estilo, nunca la cumplió y era habitual verlo disfrutando de un cigarro para relajarse, sin embargo, algo muy poco común era que desaprovechara sus horas de descanso. Es por eso que a su esposa le llamó mucho la atención que la madrugada del domingo, cerca de la 1, se levantara y más aún que comenzara a vestirse.
“Cuando eran cerca de las 4 de la mañana lo escuché, sentí el sonido de su bastón que se acercaba al dormitorio, me llamó la atención que habían pasado tantas horas y seguía en pie, así que me levanté para ir a verlo”, contó Elsa, sin imaginarse que la verdad era mucho más cruda.
Al llegar a la cocina, la mujer encontró el cuerpo de Ramón sentado en una silla y con un cigarrillo a sus pies. Al verlo, supo inmediatamente que algo andaba mal, corrió en busca de un espejo que puso cerca de la nariz y boca de su esposo buscando indicios de respiración, sin embargo nada ocurrió y se dio cuenta de que su marido había fallecido y los sonidos que había oído no estaban más que en su imaginación. “Tal vez era él que estaba avisando su partida”, dice.
Su esposa Elsa cree que “se levantó para fumar su último cigarro, pero no alcanzó”, y también que vivió y murió como siempre quiso. “Pensaba en la muerte como su momento para descansar, siempre dijo que quería que lo velaran en su casa y que le compraran un bonito ataúd” contó Elsa, deseos que su familia se encargó de cumplir al pie de la letra.