Ella está sentada en una silla de ruedas, pero se descubre el brazo izquierdo, sonríe y mira a la enfermera, que trae un frasquito con 0,5 milígramos de un líquido transparente, que vierte hasta la última gota en la jeringa y se lo inyecta. “Arde un poquito”, dice, pero hay otros que aseguran que no sienten nada. La vacuna ha sido sacada de un cooler donde se mantiene la cadena de frío.
Después le dice que la segunda dosis será en cuatro semanas más y le entrega su carnet Covid, que contiene sus datos personales y el nombre de la vacuna: Sinovac. Terminado ese trámite le pide que se quede sentada en el consultorio por unos 20 minutos, para determinar que no presente ninguna reacción como dificultad al respirar, aceleración de los latidos o algún cuadro alérgico.
Terminado ese tiempo se va. Ella agradeció la vacuna y agregó contenta: “Me siento protegida”.
La semana pasada y con gran éxito comenzó el proceso de vacunación para mayores de 72 años, planificado para ser concluido este viernes 12 de febrero. Miles de personas son vacunadas diariamente exitosamente y se espera que mientras más crezca el número de personas vacunadas, más se aleje el virus de entre nosotros.
“Si logramos vacunación masiva en personas sobre 50 años, el problema epidemiológico fundamental del Coronavirus se acaba”, aseguró el doctor Miguel O’Ryan de la Universidad de Chile y considera que recién en 2022 podremos volver a una situación pre-Covid, dado que “no hay certeza sobre la duración de la inmunidad”.
Otros académicos plantean problemas estadísticos, porque creen que será muy complicado llegar a los cinco millones de vacunados en marzo y alcanzar la inmunidad de rebaño en junio y sostienen que este proceso podría durar todo el año.
Los pronósticos sobre la aplicación masiva de la vacuna son todos optimistas, ya que estiman que a fines de abril, si la vacuna es efectiva, debería haber una baja en fallecimientos y hospitalizaciones. Además, si se vacuna a todos los adultos mayores habrá una liberación de las camas UCI. Pero queda un grupo importante que también debe ser vacunado, que son los que padecen diabetes, obesidad e hipertensión, que no están en los calendarios de vacunación, pero que se necesita inmunizarlos para seguir aplacando la pandemia.
Las noticias son buenas, aunque hay algunas incertidumbres que se siguen manejando: la eficacia de las vacunas varía entre un 50% y un 95%; no está asegurada la disponibilidad total de las vacunas; no existe evidencia concluyente que una persona vacunada no trasmita el virus a otros, a pesar de no desarrollar la enfermedad; aún existe una discusión en la comunidad científica respecto del efecto de las vacunas sobre las nuevas variantes del virus.
Lo que nos queda es seguir avanzando en la vacunación. Evitar que por miedo algunos mayores no se vacunen y reflexionar tal como lo hizo una enfermera, que dijo con todo seguro y firme: “Vacunarse es la esperanza de que si las personas se enferman, no se mueren, se van a enfermar y nada más”.