Iluminarán las tumbas con velas o lamparillas, las adornarán con flores, destaparán espumantes, lanzarán cotillón, cantarán y brindarán en su recuerdo.
LA CALERA.- Desde hace varios años el Cementerio Municipal de La Calera ha sido un singular escenario de la noche de Año Nuevo. En el lugar se reúnen decenas de familias para compartir con los suyos, ya fallecidos, la celebración de la última noche del año. Esta idea se desarrolla en el país desde hace unas tres décadas y surgió en Talca, donde unas cinco mil personas llegaban al camposanto para pasar esa noche, que se supone de celebración, junto a sus difuntos.
El Cementerio Municipal de La Calera está también entre los pioneros e impulsores de esta forma que tienen algunas familias de compartir con sus muertos. Luego se han sumado otros camposantos del país. De todos modos, este singular hecho es motivo constante de reportajes en el mundo por “la extraña tradición de los chilenos que festejan el Año Nuevo en el cementerio con sus muertos”.
La tradición se mantiene y sólo en los dos años de restricciones que impuso la pandemia no se llegó a realizar. Luego ha vuelto con todas sus fuerzas y para este domingo 31 de diciembre y las primeras horas de la madrugada del 1 de enero, hasta el cierre de esta nota ya eran unas 20 familias las que habían solicitado los permisos para vivir, durante la jornada nocturna, esta especial muestra de amor que profesan a sus seres queridos que ya partieron.
Esta costumbre suele desarrollarse sin contratiempos, porque las familias que llegan hasta el camposanto calerano -ubicado en Nogales- cumplen “a rajatabla” una serie de normas que impone la administración del camposanto: pedir permiso con anticipación, tener respeto por los demás, que la música no esté muy alta y que los participantes se lleven los desechos que pudieren quedar luego de la jornada.
Velas, baile y cotillón
La actividad que desarrollan las familias es similar a una fiesta de Año Nuevo en los hogares. La diferencia mayor es el lugar y que los participantes se reúnen junto a la tumba del difunto. Hay una comida especial, música y challa. También se iluminan las tumbas con velas o lamparillas, las adornan con flores, destapan licores espumantes, lanzan cotillón al viento, bailan y brindan en recuerdo de sus difuntos.
También surge más de un discurso para recordar los buenos momentos pasados en la vida del difunto. Para los que han participado o van a ser parte de esta singular jornada, es un acto de amor y dejar en claro que la vida no se acaba sólo con la muerte y que el difunto tiene todo el derecho de compartir la alegría de los que aún le sobreviven.
Durante este fin de semana, el Cementerio Municipal de La Calera mantendrá su horario de verano, con algunas limitaciones para el ingreso al camposanto en vehículo. Desde una hora determinada podrán ingresar al predio las familias que han pedido el permiso correspondiente para vivir con sus muertos la íntima y alegre liturgia de celebrar con los difuntos la llegada del nuevo año.