Por Roberto Silva Bijit
Fundador de “El Observador”
Todos los días salen a robar los mecheros. Todos los días sin faltar ninguno. El batallón de mecheros crece. Aparecen en parejas, con guagua en coche, con embarazadas, con dos o tres niños, con la abuelita con bastón, solos, en fin, de cualquier modo los mecheros están siempre al ataque.
El comercio establecido ya está saturado con la competencia desleal de los vendedores ambulantes y ahora tiene que hacerse cargo de enfrentar a estos descarados que sacan mercadería y la guardan entre sus ropas o en bolsos especiales, con doble fondo, con bolsillos secretos. Usan ropas sueltas que tienen en su interior una bolsa donde van colocando la mercadería.
Se reparten por el comercio de toda la zona. Habitualmente son captados por las cámaras interiores de los negocios, siempre echándose objetos en sus diferentes sistemas para robar. Muchos de ellos actúan en pareja. Si son sorprendidos devuelven la mercadería y escapan, para volver al día siguiente. Insistentes e insolentes.
Hay que señalar que la falta de protección legal que tiene el comercio establecido es escandalosa. Es muy difícil detener a un mechero, aunque lo tengan grabado las cámaras. Los guardias de seguridad están solo en las grandes tiendas, de tal modo que es el comerciante el que debe enfrentarlos.
Cuando hay guardias se produce más acción. Lo retienen y lo obligar a devolver lo robado, pero hasta ahí no más llegan. Después de eso no tienen atribuciones y se paralizan.
Cuando son los propios dueños de los locales los que deben enfrentar a los ladrones, la situación es más compleja todavía. Los graban, discuten con ellos, a veces se mete el público, muchas veces a favor del ladrón aunque parezca increíble. El mejor acuerdo es que se vayan y devuelvan lo que hasta ese momento tenían entre sus ropas. Algunas cosas no las devuelven porque están metidas en el calzón o el canzoncillo y nadie llega hasta ahí para registrar porque podrían ser acusados de abuso sexual. En fin, puros problemas para el honrado y puras facilidades para el ladrón.
Que devuelvan parte de lo robado y se vayan es casi un triunfo, pero al día siguiente vuelven y la historia se repite. No hay gente más porfiada que los mecheros, son incansables, inagotables.
Robar es un problema que siempre vamos a tener, pero la impunidad es lo grave. Que los descubran y sigan robando al día siguiente. En los mall chinos los tienen retratados con fotos al lado de la caja, sorprendidos con las manos en la masa, pero sin castigo. Los flojos legisladores creen que este no es un problema y le hacen vista gorda, como a tantos otros temas de nuestra sociedad.
El comercio debería hacer alguna propuesta a los parlamentarios, para que exista una legislación especial que permita castigar estos robos de hormiga que terminan transformándose en los robos del león. Hay que combatir con fuerza la impunidad, hay que perseguir al tipo que entra a robar, que roba, lo pillan, devuelve y se va burlándose del dueño del local comercial.
Eso es el colmo, que el ladrón se ría en la cara del que ha sido afectado con sus robos. No más libertad de acción para los mecheros.