No repetir errores en la vida es fundamental. Se supone que las buenas y malas experiencias sirven para aprender, sin embargo, la historia de la humanidad nos ha demostrado que desafortunadamente no aprendemos lecciones y como decía Julio Iglesias, tropezamos de nuevo con la misma piedra. Definitivamente no aprendemos.
Hace solo unos meses nuestro país vivió cierto grado de polarización política que muchas veces llegó a extremos. Los de uno y otro lado enrostraban fallas, errores y cuestionamientos que salpicaban a todos. Algunos, satisfechos con el orden establecido y otros entusiasmados con los “tiempos mejores”.
El desprestigio de la política, seamos sinceros, no es culpa de la política en sí misma, sino de los políticos. Son ellos los que se han encargado que no les creamos ni lo que rezan. Solo basta preguntarse si algún estimado lector ha vuelto a ver por sus villas, condominios o poblaciones -según sea el caso- a los candidatos (ganadores y vencidos) que ofrecían el cielo y la tierra hasta hace muy poco. Seguramente la respuesta será negativa.
Deben haber, muy pocos estoy casi seguro, servidores públicos que trabajan por el bien común. Y no es un prejuicio. Pero lamentablemente están los otros, los que se acomodan en un puesto o cargo para beneficio no precisamente del pueblo y con escasos méritos, aunque probablemente alguno se preguntará quién soy yo para hablar de méritos.
Los nuevos tiempos suponen cambios, algunos obligados y otros necesarios, sin embargo, uno espera que esos cambios impliquen también novedades de base. Hace unas semanas, al conocer nombres de posibles autoridades provinciales, quedé de una pieza. Hijos de, políticos pasados de moda y que tuvieron su oportunidad y otros que sencillamente llaman la atención, y no por lo novedoso, solo reafirman mi opinión de que pese a peleas y dimes y diretes, al final todo es lo mismo.
Tropezar de nuevo con la misma piedra -como dice la canción-, es repetir los mismos errores. Entonces, si quienes dirigirán el país desde marzo van a cometer los mismos errores que ellos mismos criticaron hasta hace tres meses, me parece que la cosa ya empezó mal. Pero a la vez pienso, como dice el refrán: “La culpa no es del chancho…”.
