Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”
Cada semana que pasa aumenta la sensación de inseguridad en la población. Ya no cabe duda que la primera preocupación de los chilenos es la violencia, los asaltos, los crímenes, la inseguridad en las calles, el crimen organizado, la droga por todas partes y los emigrantes que están instalando una nueva forma de delitos en nuestro país.
PRIMERA SEÑAL. El lunes fue formalizado un niño de 14 años, colombiano, en condición migratoria irregular, por estar sindicado como autor de un crimen por encargo. El muchacho llegó al lugar con una pistola extranjera, (sin registros en el país) le disparó a una persona de 24 años por la espalda y una vez que el atacado cayó al suelo herido de muerte, le descargó el resto de los tiros de frente, para rematarlo. Diez balazos. Vecinos asombrados al saber que ya no le quedaban tiros, lograron reducirlo y entregarlo a Carabineros. El niño se defendía diciendo que lo mató por encargo, que era un sicario nada más. En nuestra zona también ha habido muchos crímenes y con participación de menores. Estamos frente a un nuevo tipo de delincuentes y no hacemos nada por combatirlos.
SEGUNDA SEÑAL. Por mucho tiempo hemos pensado que los narcotraficantes tienen tomadas partes de nuestras ciudades y que se han repartido la comuna por zonas. Si alguien sobrepasa los límites es atacado a balazos y muchas veces muerto en estos llamados “ajustes de cuentas”, que no son otra cosa que disputas entre narcos. Ahora hemos visto que grupos de vendedores ambulantes también se han adueñado de calles céntricas y otros sectores y resulta casi imposible sacarlos, ya que reiteradamente vuelven a instalarse. Carabineros y los departamentos de seguridad de los municipios han tratado de terminar con la verdadera lacra que son los ambulantes, sin embargo, no han podido lograr su objetivo. El Estado no tiene fuerza para imponer el orden. El desorden atemoriza y desorienta a la gente, que siente que vive sin la protección necesaria.
TERCERA SEÑAL. La Corte Suprema, por fin después de muchos meses, dio una señal contundente respecto del orden que debe reinar en el país. El máximo tribunal chileno dictó un fallo en que ordena desalojar las tomas con auxilio policial, en un plazo máximo de seis meses. Recordemos que el mismo tribunal, en otro fallo, con el afán de proteger a las familias en condición de vulnerabilidad social, le propuso al propietario la carga de coordinarse con el municipio, los ministerios de Vivienda, Salud y Desarrollo Social, para encontrar una solución. O sea, la tesis que una toma violenta, flagrante y permanente, es un asunto entre privados. El destacado abogado porteño, Waldo del Villar, ha sido el que interpuso los dos recursos de protección, que tuvieron tan distintas respuestas de la Suprema. Lo que queda claro es que ahora el jurista consiguió un fallo que hará historia porque como él mismo lo ha dicho, viene a defender el derecho de propiedad, que está sufriendo un grave deterioro con la inmensa cantidad de terrenos tomados sin solución y con una autoridad que calla y deja que el delito se mantenga. Bien por el fallo, esperemos ahora que en Viña del Mar y después en Reñaca, Colmo de Quillota y tantos otros lugares, las autoridades asuman su papel en beneficio de la mantención del Estado de Derecho en Chile.
Hemos mostrado estas tres señales para considerar lo compleja que está nuestra seguridad, el crecimiento de los delincuentes y lo desvalidos que estamos los ciudadanos.
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