Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”
En esta semana ocurrieron tres hechos que merecen ser analizados porque se vinculan a las debilidades que tenemos, que por un lado demuestran que nuestros sistemas están fallando, y por otro, muestran una esperanza en que la ley pueda cumplirse y que las instituciones terminan funcionando.
Me refiero al femicidio, al robo de paltas y al desalojo de la toma VIP. Tres hechos que sucedieron en casi tres días, aunque como todos sabemos, todos estos asuntos se van incubando lentamente hasta que al final estallan.
El nuevo femicidio pone en relieve varias situaciones. La primera es qué hace esa jovencita de 22 años en esas condiciones. ¿Su familia se habrá aburrido de sus excesos? ¿Perdió su círculo cercano de amigos? No sabemos bien lo que pasó, pero quedó a la deriva, entre las drogas y el alcohol, deambulando sin destino.
Nos faltan organizaciones que puedan ayudar y proteger a este tipo de personas, que las puedan acoger, un teléfono donde llamar en medio de la angustia y un refugio que la contenga. También la venta de drogas sigue haciendo daños irreparables, como la muerte de una niña joven que pudo haber tenido otro destino. Es muy importante la denuncia de los vecinos y la persecución del microtráfico por la policía, porque siempre, en cada caso, hay un macabro telón de fondo donde aparecen rostros jóvenes destruidos.
Nos hemos acostumbrado al robo de paltas porque es un delito fácil y que casi no tiene castigo. Los automovilistas nocturnos ven con frecuencia a personas con sacos cruzar las autopistas. Son ladrones de paltas que se cambian de lado y ponen difícil su persecución. Ya sabemos que hay bandas organizadas que actúan cumpliendo verdaderos pedidos: mil kilos para el martes, mil ochocientos kilos para el viernes, y así, conforme a los deseos de sus reducidores.
Nadie duerme peor que un agricultor que produce paltas en época de cosecha. Ha habido casos en que un grupo de quince ladrones organizados y armados se roba un plantel completo en una sola noche. Incluso a veces actúan de acuerdo con el rondín.
Lo grave de la situación ocurrida esta semana en una parcela de San Isidro en Quillota es que al dueño del predio y al rondín, que respondieron a las balas de los ladrones que estaban robando adentro de la propiedad, los imputen como “homicidas”, en circunstancias que es más que evidente que actuaron en defensa propia. Estas leyes tan garantistas han debilitado el verdadero castigo a los ladrones y han dejado algunos delitos en un campo relativo, razón por la cual se les abren las puertas a los delincuentes, que se sienten protegidos. Esa es también la razón por la que en la nueva Constitución se está pidiendo a gritos una Defensoría de las Víctimas.
Finalmente, el tercer suceso, trae un poco de esperanza. Los fallos de la justicia, la acción del municipio de Quillota, las decisiones de la Delegada Regional y del Delegado Provincial y el eficiente y planificado trabajo de Carabineros, lograron el desalojo completo de la toma VIP en Santa Rosa de Colmo. La mayoría se fue ante la inminencia del desalojo, los que resistieron, encapuchados y con barricada, fueron rápidamente disueltos por Carabineros, que actuó con prudencia y sin dejar que se postergaran las acciones ordenadas por la justicia.
Las usurpaciones de terrenos en la mayoría de los casos quedan impunes y los grupos instalados en sus viviendas provisorias – definitivas permanecen por años en el lugar y después exigen saneamiento de los terrenos por parte de los municipios. Este desalojo es un triunfo de la ley sobre el delito, este desalojo abre una esperanza en la justicia y el orden que se deben aplicar siempre en este tipo de conflictos.