Tres metas y una solución

Publicado el at 03/01/2018
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Marisol Valdés Riffo Secretaria de Redacción

El viernes, en su “Última Carilla”, Roberto Silva Bijit planteaba las ventajas de hacer un balance personal a fin de año y de ponerse metas para el 2018 que llega.

Aunque no soy de las que suele imponerse metas “per se”, esta vez decidí recoger el guante y después de darle algunas vueltas al asunto he pensado en algunas cosas que quiero lograr. No todas son materiales, pues, para lograr la felicidad -según algunos estudios- basta con tener las necesidades básicas satisfechas y poder darse algún gustito de tarde en tarde. En definitiva, la felicidad no recae en lo que tengamos, sino en lo que seamos y, también, en lo que demos de nosotros a los demás. “Dar hasta que duela”, decía San Alberto Hurtado.

Pero vamos por partes, dijo el cirujano.

La primera meta -y esencial- es bajar de peso. Aunque ya empecé a visitar a mis amigos del gimnasio regularmente y el Viejo Pascuero me lanzó una indirecta (directa) regalándome calzas nuevas (parece que leyó mi columna anterior) y zapatillas tipo Caterpillar, aun me falta hacerme amiga de la dieta. Lo reconozco, la palabra dieta me da hambre, así que iniciaré una estrategia mental, cambiando la palabra “dieta” por el vocablo “salud”. Algo así como una programación neurolingüística.

Segunda meta: retomar mi amistad con la bicicleta. De chica solía ir a todas partes en mi lujosa Bianchi aro 18 color verde botella, a bordo de la cual me pegué los costalazos más cototos de mi vida, pero con la cual sentí esa libertad especial que sólo da el jugar al “ring ring raja” en dos ruedas. Hoy, me parece que por cariño al medio ambiente y también por salud, sería grandioso volver a montar y gozar -en dos ruedas-, pero sin el “ring ring raja” y con todas las ventajas ecológicas y económicas que su uso conlleva. Eso sí, si no alcanzo la primera meta, la bicicleta también tendrá que ser Caterpillar.

Tercera meta: volver a los viejos libros de antes. Como trabajar en un diario implica leer bastante, a veces se pierde el interés por los libros. Por eso, este año quiero volver a pololear con esos textos que son como tener un amante, irresistibles y que, por eso, una vuelve a ellos una y otra vez a lo largo de la vida. “Cien años de soledad”; “Éxodo”, los “Papeluchos” de mi infancia; “Corazón”, en fin, cientos de títulos que me llevan a diferentes épocas de mi vida. Y claro, invitar a otros autores a incorporarse a esta entretenida lista.

Por ahora me dejaré planteadas esas tres metas, aunque una cuarta será hacerlas compatibles por un tema de tiempo. Pero ya lo tengo resuelto: iré al gimnasio en bici y leeré algún libro mientras pedaleo en la elíptica. Solución hay para todo.

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