Tradicional local del paradero 18 siempre fue atendido por su amable dueña “Sonia” Cisternas.
LA CRUZ.- Hace más de un mes que cerró la tradicional Frutería “Sonia” de La Cruz, local que abasteció a generaciones de crucinos durante casi seis décadas. Fueron exactos 59 años en los que clientes de toda la región se encariñaron con la buena atención de su carismática y amable dueña.
Aunque el cartel rojo de la Frutería “Sonia” aún se encuentra en las afueras del local, ubicado a la altura del paradero 18 de Avenida 21 de Mayo, ya nadie se encuentra en su interior. No hay frutas. Tampoco risas ni las tardes de café y conversación que comúnmente se daban en esas cuatro paredes, antes del cierre definitivo del negocio, el pasado 16 de julio.
Buscando conocer la nueva vida de la señora “Sonia”, la encontramos a pocas cuadras de su antiguo local, en su casa de la Villa San Camilo, donde conversó por largo rato con “El Observador”. A sus 83 años comentó que es nacida y criada en La Cruz y cuando niña vivió con sus cinco hermanos en una vivienda ubicada en la calle 5 de Abril. Tuvo una infancia como la de cualquier niña, hasta que la tragedia tocó a su puerta, ya que, cuando tenía sólo 14 años, su padre falleció víctima de un cáncer y siendo apenas una adolescente, tuvo que comenzar a trabajar para llevar alimento a su hogar.
A los 15 años ingresó a la, por ese entonces, Panadería “La Cruz” del paradero 18. Fue ahí donde la bautizaron como “Sonia”, ya que, para sorpresa de muchos que llevan décadas diciéndole así, ese no es su verdadero nombre. “Me llamo Eudocia Suni Cisternas Olmos. Cuando entré a trabajar a la panadería, mi patrón era un español, muy cerrado para hablar. Me dijo ‘el nombre Suni no me gusta, parece sucio. Sonia me gusta’ y yo le respondí ‘ya po’. Desde ahí me dicen Sonia”, relató.
Algunos clientes de la frutería le decían: “Usted es nuestro paño de lágrimas”
Por ocho años trabajó en la panadería, hasta que se retiró, para pesar de sus ex jefes. “Me buscaron para que me hiciera cargo de una panadería en San Antonio, pero no quise”, cuenta, agregando que un año más tarde de su salida, su hermano le compró un negocio ubicado justo al frente. “Era el local de don Juan Arriagada, vendía de todo un poco, pero estaba todo sucio, no había mesón, tenían el carbón ahí mismo. Yo hice que el negocio tirara para arriba”, cuenta “Sonia” Cisternas con orgullo, respecto a los inicios de su frutería, abierta desde el 1 de enero de 1964.
De esta manera, la comerciante fue formando su clientela y con el paso de los años se convirtió en todo un referente para los crucinos. “Cuando querían ubicar a alguien o una dirección, los mandaban a hablar conmigo. Acá venía gente de toda La Cruz y hasta de Santiago o Viña. Se atendían solos, entraban hasta la bodega, en el invierno tomábamos cafecito. Algunos clientes me decían ‘usted es nuestro paño de lágrimas’ y todavía me piden que abra de nuevo el negocio”, dijo la destacada vecina.
De hecho, dice que todavía recibe llamadas de sus antiguos clientes, quienes le ruegan que les venda algún producto. Pero ella ya se encuentra en otra etapa, una en la que todavía no se siente del todo cómoda. “No me acostumbro, echo mucho de menos el negocio, a la gente. Acá tejo, veo tele, pero es muy difícil no estar trabajando”, dice la querida ex comerciante.
Sobre el futuro del local del paradero 18, Eudocia “Sonia” Cisternas manifestó que ya no le pertenece, porque fue adquirido por un empresario japonés, que presumiblemente busca continuar con el mismo rubro dejado por la crucina.
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