Toda magia pasada fue mejor

Publicado el at 6:31 pm
3351 0

Pedro Pablo Gac Becerra
Profesor de Historia
Magister en Educación

Hay personas que aún creen que todo tiempo pasado fue mejor. No estoy de acuerdo. Años atrás había muchas prohibiciones e incertezas. Por ejemplo, pocos saben que en determinadas fechas y por ciertas circunstancias se decretaba la imposibilidad de beber alcohol -“Ley Seca”- o de jugar cartas, en especial dos tipos de juegos que eran considerados altamente “peligrosos”: uno era la Brisca y otro era el Monte, un antiguo juego que se jugaba en tiempos de la Colonia y que era muy popular en los campos limachinos.

Censurar el juego y el licor equivaldría hoy en día a prohibir que las personas se conecten a las redes sociales, algo que para muchos sería de vida o muerte. Por eso es que el pueblo debía buscar lugares ocultos, casi místicos, para poder dar rienda suelta a sus “depravados” vicios.

Corría el verano de 1921 y vaya uno a saber por qué razón se había decretado una de esas prohibiciones; pero mis abuelos -que acababan de recibir a un tío de Casablanca- no tenían el más mínimo interés en obedecer la restricción y les interesaba más probar el vino tinto que traía el visitante. La cosa es que estaban en eso cuando después de beber mucho más de lo recomendable, apareció ante ellos un señor vestido de negro, con sombrero y capa. El caballero no se presentó ni dijo una sola palabra, pero luego de tres juegos hizo ademán de ponerse de pie y se alejó, no sin antes lanzar una carcajada que estalló como un trueno.

Mis abuelos luego le agregaban detalles a la historia, tales como que se había sentido un olor a azufre o que los árboles cercanos a donde había pasado el misterioso sujeto no habían vuelto a florecer.

Hoy, en cambio, la gente decididamente ha dejado de creer en la magia, ya no hay misterios, por eso las personas se despiertan sin haber soñado jamás. Antes no era así, la gente creía en el Diablo. De hecho, creían verlo en todas en todas partes, especialmente en Limache donde éste señor parecía residir.

“¡Yo soy partidario del Diablo!”, terminaba de decir mi abuelo, con gran solemnidad, en su español mal pronunciado, “porque hay algo que no te he contado: cuando se nos pasó el susto, las botellas se habían vuelto a llenar y las bebimos hasta quedarnos dormidos”.

Al recordar esto creo que el Diablo tendría muchos partidarios por estos lados y a lo mejor era cierto: todo tiempo pasado fue mejor.

 

Comentarios