Llegó el invierno y comienzan los días más fríos del año. La gente empieza a ocupar todas las frazadas de la casa para soportar las bajas temperaturas en las noches. Los más friolentos usan incluso el famoso “scaldasonno” para poder dormir tranquilos. Todos quieren llegar a sus casas después del trabajo para meterse en la cama y refugiarse del insoportable frío.
Lamentablemente, en nuestras mismas comunas hay decenas de personas que no tienen esa posibilidad. Se trata de quienes, por diferentes circunstancias de la vida, han llegado a vivir en la calle. Ellos, en sus pequeños “rucos” armados con cartones y plásticos, resisten fuertes lluvias e intentan dormir con las heladas de cada madrugada. Algunos incluso mueren en el intento.
La situación es crítica y es de suma importancia visibilizar esta realidad que, el resto del año pasa inadvertida frente a nuestros ojos. De eso depende darles un invierno más o menos digno a tantas personas que sufren con las bajas temperaturas.
Es cierto. El gobierno financia ayuda a las personas en situación de calle sobre todo en invierno. Pero la necesidad es tan grande que eso no es suficiente. Las organizaciones ejecutoras de estos proyectos hacen malabares con los pocos recursos que llegan desde el Ministerio de Desarrollo Social y aun así no alcanza. Es que el problema es más grande de lo que pensamos.
Lo que pasa es que muchos optan simplemente por decir “eso es labor del gobierno, ellos deben solucionarlo” y no hacen nada al respeto”.
La Fundación Amalegría, por ejemplo, cumple un rol importante en el trabajo con personas en situación de calle. Actualmente están ejecutando las Rutas Calle en Quilpué -asistiendo a decenas de personas que viven en la calle- y además tienen a cargo un albergue de invierno en Valparaíso, donde cada noche colapsan en personas que buscan desesperadamente un techo para refugiarse.
La situación es compleja y cada año peor. Los índices de personas en situación de calle aumentan y el gobierno no está logrando atender a todos. Por esto, la conciencia de la gente resulta fundamental.
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Lo que pasa es que muchos optan simplemente por decir “eso es labor del gobierno, ellos deben solucionarlo” y no hacen nada al respeto, porque “no les corresponde”. Quizás es cierto. Un Estado debería garantizar la dignidad de todos sus habitantes. Pero, ¿qué pasa con la gente de calle en el intertanto? ¿De qué sirve denunciar ese problema si ellos seguirán mojándose y literalmente muriendo de frío?
La ayuda se necesita ahora. Las críticas al sistema vendrán después. Pero ahora hay una situación de emergencia que hay que atender y para eso se necesitan muchas manos.
Ayudar es fácil, basta con que usted se acerque a alguna de las organizaciones o municipalidades que están llevando a cabo las labores de ejecución de proyectos sociales y pregunte qué es lo que se necesita. Su gesto podrá cambiarles la vida a muchas personas.