“El Observador” recorrió la ruta Romeral-El Carmelo, única alternativa para evadir el costoso y ahora polémico Peaje Las Vegas
CATEMU.- El alza en el peaje Las Vegas, que subió a 2 mil 800 pesos, generó todas las reacciones posibles, tanto de la comunidad como de distintas autoridades que transversalmente han considerado un asalto el cobro del pórtico ubicado en la ruta 5 Norte.
Tanto así, que a la espera de las gestiones por conseguir que el Ministerio de Obras Públicas rebaje el valor, muchos decidieron ya hacerle el quite al costoso peaje y transitar por la única vía alternativa que existe entre Hijuelas y Catemu: el añoso camino viejo que une a Romeral con el sector de Carmelo.
“El Observador” recorrió esta ruta y pudo comprobar lo lento y dificultoso que resulta transitar por esta estrecha franja vial, llena de ganado, baches, curvas y camiones de alto tonelaje.
Pero el ejercicio periodístico no solo consistió en recorrer este tramo, sino además compararlo con lo que significa seguir por la ruta 5 Norte, pagar el peaje y llegar hasta la conexión con la ruta 60.
MÁS TIEMPO Y ESCASA SEGURIDAD
Cronómetro en mano, nuestro recorrido comienza en plena ruta 5, en el desvío hacia el sector de Romeral, en la comuna de Hijuelas.
Allí, a los metros de tomar el camino, que en este tramo está en muy buenas condiciones, una señalética indica que Romeral (la localidad propiamente tal) se encuentra a 10 kilómetros y Catemu a 18 kilómetros.
A medida que avanzamos, es posible ver cómo los camiones van y vienen. Algunos de ellos incluso trasladando materiales peligrosos, como anhídrido sulfúrico, y otros tirando largas ramplas de hasta 12 metros.
En 10 minutos, a un promedio de 30 kilómetros por hora debido a la presencia de camiones y algunos lomos de toro, pasamos por la Posta de Romeral, y dos minutos después ya estamos en el sector de El Retiro, con sus casitas de campo y patios llenos de animales. El camino sigue siendo de un pavimento parejo y sin baches.
CAMINO PRECARIO
Pero todo cambia a los 15 minutos de viaje, cuando el camino comienza a contornear por el lado del Río Aconcagua. La vista es maravillosa. Cerros imponentes, grandes extensiones verdes, lugares de camping y algunas casitas rústicas aparecen a la vista, pero el camino es horroroso.
La franja de pavimento, que se extiende por sinuosas y cortas curvas, está carcomida en los costados y genera que en algunos puntos no puedan pasar dos vehículos al mismo tiempo. Debemos parar en varias oportunidades para dejar pasar a los camiones que vienen en sentido contrario y que arrasan como si fuesen por la carretera.
Además hay enormes hoyos en el pavimento, a los que hay que hacerles el quite y deslizamientos de terreno. Todo un peligro para un conductor no avezado. Antes de ingresar a Catemu, hay una cuadrilla de Vialidad parchando hoyos.
Esta es la tónica durante 29 minutos hasta llegar al Puente Santa Rosa, ya en la comuna de Catemu, en el sector de Carmelo, donde Ricardo Quezada, pala y balde en mano, tapa los baches a cambio de unas monedas.
“Los camiones siempre han pasado por aquí”, dice, para revelar que “en horario punta son muchos los autos chicos que vienen a Catemu desde Hijuelas. Esto se colapsa. Sin duda, le hacen el quite al peaje”, asegura, confirmando lo que ocurre todos los días después de las seis y media de la tarde.
Ya en el centro de Catemu, el tránsito es más expedito y en pocos minutos ya enfilamos hacia el punto de destino: el enlace con la ruta 60, frente a la Fundición Chagres. Al llegar allí, cruzando la línea donde unos trabajadores reparan durmientes, el cronómetro marca 38 minutos en total.
El retorno por el peaje
No hace falta ser adivino para advertir que el retorno por la ruta 60 y luego la 5 Norte, pagando los $2.800 del peaje, serán rápidos y más relajados. Y obviamente así es. Desde el enlace con la ruta 60 hasta el mismo punto de desvío de Romeral solo tardamos ocho minutos a una velocidad promedio de 80 kilómetros por hora. Y las diferencias en tiempo y seguridad son notorias. Treinta minutos menos para unir ambos puntos y una seguridad que, salvo por aquellos automovilistas que ocupan la 5 Norte como autopista de carrera, no tiene comparación.
