¿Se suicidó el monje lanzándose a la quebrada acosado por su conciencia?

Publicado el at 5:24 pm
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Roberto Silva Bijit

La mañana del viernes 23 de agosto, el monje Guillermo Jaime Cabalín salió del monasterio benedictino -como tantas otras veces- acompañado de su perrita “Pequitas”, la mascota de los religiosos. Acostumbraba a dar paseos por los cerros de los alrededores por lo que tenemos que concluir que conocía muy bien esos parajes. Difícilmente se pudo perder en un territorio por donde había pasado muchas veces.

No volvió nunca más al monasterio. Lo encontraron tres días después, muerto al fondo de una quebrada. La pregunta inmediata fue si se trataba de un accidente o de un suicidio. La respuesta la puede dar la siguiente información: el sacerdote debía comparecer al día siguiente, el sábado 24 de agosto, en Santiago, ante el investigador de causas por abusos sexuales de la congregación jesuita, René Cortínez. ¿Lo persiguió su conciencia? ¿Fue la mano castigadora de su propia fe religiosa la que lo empujó al abismo?

No llegó al interrogatorio donde debía contar detalles de la forma en que violó a una mujer de 20 años, en los días previos a la Semana Santa de 1995, cuando ella llegó al monasterio a buscar un momento de paz y oración.

Guillermo Jaime era argentino, tenía 57 años y había llegado desde San Juan, hace 30 años, al claustro limachino donde una comunidad de siete religiosos se dedican a la vida contemplativa, al trabajo de autoabastecimiento y a las siete oraciones diarias que dejó como legado San Benito. Oran y viven en silencio. Llegaron a Lliu Lliu en 1975, después de haberse instalado en Viña del Mar en 1920, pero decidieron cambiar la ciudad por el campo. Guillermo era el Prior del Monasterio Benedictino de Lliu Lliu.

Por años esta historia se había mantenido en secreto, pero una tarde, a finales de septiembre del año pasado, la mujer abusada vivió un impulso incontenible y decidió tomar el teléfono y llamar al programa radial “Chacotero Sentimental”, que conduce Roberto Artiagoitía y lo contó todo, con muchos detalles. Fue una bomba. Ella recordó que llegó al monasterio sola, en busca de un retiro espiritual, que le asignaron una celda y que a esa misma celda entró en la noche el monje que abusó de ella y terminó violándola, anteponiendo su deseo descontrolado a sus convicciones religiosas. Ella dejó todo escrito en su diario de vida. Recordó también que en la Navidad de ese año 1995, con muchas dificultades regresó al monasterio a pedir una explicación. Fue recibida por el hermano hospedero, que le dijo que el Prior no estaba y que después le pidieron que se fuera.

La mujer afectada hizo la denuncia el año pasado ante la comisión creada por la Conferencia Episcopal después de la visita de Charles Scicluna a Chile. Ella también declaró durante horas ante Cortínez, el investigador religioso que se quedó esperando al monje. Por otro lado, interpuso una denuncia ante el Ministerio Público de Limache, con el fiscal Juan Emilio Gatica.

Al monje lo tuvieron que sacar en helicóptero desde el fondo de una quebrada. Encontraron su mochila y llevaba la misma camisa amarilla y los jeans con que había salido la mañana del viernes desde el monasterio.

¿Puede un monje ser suicida, contraviniendo todas las lecciones de Jesús? ¿Prefirió la muerte a enfrentarse con la justicia? ¿Se lanzó o se cayó?

Como quiera que sea, se llevó su propio secreto a la tumba, como si fuera su último “secreto de confesión”.

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