Tiene 14 años y es baterista en la Escuela de Música Melón Cementos
Cuando Rocío tenía sólo los 6 años vio por primera vez una batería. Estaba en la casa de su abuelita y su prima Tania llegó con el instrumento. Desde ese día se convirtió en su juguete favorito. “¡Me puse a jugar con ella y me enamoré del instrumento!”, recuerda sonriendo y sosteniendo un par de baquetas.
Cuando quiso pasar del simple juego a tocar en serio, se encontró con un problema: en su antiguo colegio debía esperar hasta quinto básico para integrar el Taller de Música. Además, tener una batería en casa era costoso. El amor alimentó su paciencia y, cuando llegó el momento, ingresó al taller y aprendió tan rápido que se ganó el elogio de todos.
“Cuando pude entrar al taller fue muy lindo, porque era todo lo que buscaba”, comenta la joven que hoy tiene 14 años y es alumna del Colegio Teresa Brown de Ariztía.
En el establecimiento de la Plaza Cemento Melón se dio una oportunidad que nunca imaginó: su profesora de Música, Gabriela Rojas, también dirige la Orquesta de Cámara de la Escuela de Música Melón Cementos y, en 2017 la vio tocar, justo cuando se estaba grabando el primer disco del grupo.
“Me preguntó si quería participar de la grabación, porque necesitaban percusión y dije que sí. Pensé que sería sólo eso, nunca creí que sería una experiencia tan linda, que me quedaría para siempre. El 70% de lo que soy como baterista se lo tengo que agradecer a la profesora Gabriela y al profesor de percusión, Germán Pueller, que para mí es un ídolo”, comenta.
Cada vez que toca, su familia se transforma en su “fan club”. Ya tiene batería propia y hasta le han ayudado a encontrar a quién admirar.
“Mi referente es Juanita Parra. Tanto así que en la casa me dicen ‘Juanita’. Supe de ella a los 8 años, gracias a mi padrino, Mario Hernán, que es fanático de la música latinoamericanay me contó que en Los Jaivas la batería la tocaba una mujer. La busqué en Internet y desde ese instante nunca la he dejado de seguir”, cuenta con emoción.
La “Juanita” calerana toca de todo, aunque confiesa que tiene un gusto especial por la cumbia. También goza con la cueca, aunque le tiene respeto. “Aún no puedo interpretarla bien en la batería, porque no es tan sencillo”, reconoce.
“Cuando estoy tocando, siento muchas cosas: alivio, desahogo, si me va mal en el colegio me saco el estrés y las malas vibras. Tocar un instrumento me da una sensación que nunca había tenido: sentirme parte de un grupo y que lo que hago le gusta a los demás”, comparte.
“Todos tenemos un don y sólo debemos desarrollarlo. Éste es el mío. Quiero formar una banda, pero con gente que quiera hacerlo con seriedad y compromiso. No lo quiero como un trabajo, sino como algo que estará conmigo para siempre, porque me hace feliz”, concluye esta joven, a quien todos los días, cuando vuelve a casa, su familia le pregunta: “¿Cómo está mi ‘Juanita’?”.