Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”
Somos un país de poetas y candidatos.
Con muy pocas palabras es posible convencer a un ciudadano de la República para que se postule para algún cargo. Se creen el cuento y se paran frente al espejo de su casa, se sonríen con ellos mismos, se arreglan la corbata y ponen esa cara de seguros ganadores.
Ya terminó la carrera electoral de este año. Este fin de semana se termina la incógnita. El pueblo se pronunciará.
Lo que más nos preocupa son los candidatos a alcalde, porque son personajes claves en el desarrollo de nuestras ciudades. En verdad, son gerentes de desarrollo de una gran y compleja empresa llamada comuna. Ellos manejan muchos recursos, personal, proyectos y sueños de miles de habitantes que quieren vivir en un lugar que siempre vaya siendo mejor.
La preparación profesional, el carisma, la capacidad de formar equipos, el temple para administrar, son todas cualidades que debieran tener para poder gobernar con éxito.
Hoy en día un municipio tiene muchas y variadas exigencias, por ejemplo, en el campo de la educación o la salud, donde cada vez las decisiones son más complejas. La definición de un Plan de Ciudad, basado en la vocación de una comuna, es fundamental para determinar el destino de la misma. Ese es el plan que tiene que ser desarrollado a largo plazo, que debe ir fortaleciéndose en el tiempo, pero que debe mantenerse, evitando que una comuna que es agrícola por definición, quiera ser industrial, o bien que una comuna minera, diga que tiene aspiraciones de ser turística. Debe haber una coherencia en las propuestas para que todo el plan sea armónico y posible. Y el camino para lograrlo es tener planos reguladores con el debido estudio y que haya considerado la opinión de los vecinos. Hay que decir que la mayoría de las comunas tienen pendiente el estudio o la aprobación de un Plan Regulador.
Tampoco es posible que las exigencias para ser alcalde sean tan básicas que ni siquiera les piden un título profesional. Hay que pensar que cuando el alcalde se sienta a trabajar con los distintos directores del municipio, todos por exigencia de la ley, son profesionales titulados y con experiencia.
Lamentablemente, nosotros los vecinos, lo único que podemos hacer es marcar con un lápiz a pasta azul, una rayita vertical al lado del nombre del candidato que nos propongan los diferentes partidos políticos. No votamos por los mejores, sino por los que están en la lista.
Nada más antidemocrático que los partidos políticos, que no respetan la democracia interna, que no tienen elecciones y que cuando las llegan a tener, apenas votan cincuenta personas. Menos del 3% de los inscritos pertenece a partidos políticos. ¿A quién representan entonces esos pequeños grupos de poder? A ellos mismos. Tampoco hay generosidad para nombrar como candidatos a personas que sean capaces pero que no militen en los partidos. Ellos mismos han hecho estas leyes absurdas, que encajonan las decisiones de la mayoría, obligándonos a votar por personas designadas a dedo, entre cuatro murallas de la sede de un partido.
Aunque también hay que precisar que hay candidatos verdaderamente independientes, que representan una forma de hacer política libre de los partidos políticos y muchos de ellos con una valiosa y reconocida trayectoria de servicio público.
Además de alcaldes debemos votar por concejales, consejeros regionales y gobernador. Cuatro votos, todos fundamentales para nuestro futuro, para nuestra estabilidad democrática y la defensa de nuestros valores.
La elección de este sábado 26 y domingo 27, representa una decisión sobre nosotros mismos, sobre nuestras familias, sobre el destino de la comuna en que vivimos, amamos y trabajamos.
No pierda su voto. Revise bien su decisión.
*Fotografía de Redes Sociales.
