Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”
Si no es una cosa, es otra, pero siempre se posterga la posible fecha en que EFE entregaría (quizás, tal vez) el servicio de trenes de pasajeros de Merval a fines de la presente década. Cerca del 2030. En todo caso, nunca se postergan las fechas de entrega de las líneas del Metro de Santiago. Todo siempre es primero para la insaciable capital.
Ahora, el Consejo de Monumentos Nacionales, ha propuesto el sondaje de poco más de mil pozos arqueológicos para un espacio de 28 kilómetros. No se trata de una revisión de parte del área, sino de un pozo cada 30 metros, a lo largo de toda la extensión del tren.
Sabemos que es fundamental proteger el patrimonio y conocer nuestra historia, especialmente para determinar las huellas que dejaron los changos y los picunches, los incas y los españoles en tiempos de la Colonia. Pero nos parece excesiva la cantidad de pozos, pensando además que cada uno cuesta poco más de dos millones de pesos.
Por ejemplo, hace dos años están paralizadas las obras de construcción de un servicio de salud de Alta Resolutividad en Artificio en La Calera. Es por eso que hay que buscar un acuerdo para el trabajo de los pozos arqueológicos y las obras del tren vayan avanzando en forma paralela.
La única forma es flexibilizar el proyecto, como lo pidió en marzo pasado el diputado Tomás Lagomarsino, bajando el número de pozos y armonizándolos con el desarrollo de la obra. En su carta, donde incorpora a los alcaldes vinculados al proyecto, pide al Ministerio de las Culturas que revise la situación.
El alcalde Johnny Piraino pidió que las perforaciones no se hagan ahora, sino cuando se ponga en marcha el proyecto de extensión del tren. También han participado el alcalde de Quillota, Oscar Calderón, y la alcaldesa de La Cruz, Filomena Navia. Todos quieren lo mismo: que el proyecto no se siga retrasando, más retrasado de lo que está. Ellos entienden que hay miles de personas que están esperando la llegada del tren hasta La Calera y que se trata de un gran beneficio, especialmente ahora que las bencinas están caras y que la inseguridad ronda a las familias.
Se mantienen las cinco estaciones: San Pedro, Quillota Sur y Quillota Centro, La Cruz y La Calera. A esta conexión hay que agregar el servicio de metrobus que se usará en comunas como Nogales e Hijuelas, para permitir a sus habitantes poder usar el servicio del tren.
También explicaron que se comprarán nuevos y modernos trenes para el servicio Puerto – La Calera, aumentando frecuencias en los viajes y acortando distancia entre ambos puntos.
Recientemente, sobre la petición del Consejo de Monumentos Nacionales, la Empresa de Ferrocarriles del Estado no se pronuncia, señalando solo que deberá cumplir con las exigencias que fije el Sistema de Evaluación Ambiental. Lo que ellos anunciaron en el verano, pero en forma paralela, es que junto a la extensión de los cortos 28 kilómetros que separan la estación de Limache de la estación de La Calera, han aprobado la idea de mantener el antiguo trayecto ferroviario entre Valparaíso y Santiago, inaugurado en septiembre de 1863.
Si tener que esperar siete años más para una obra que podría tener plazos más cortos ya es bastante, mucho peor sería que todo el proyecto se deba alargar todavía dos años más por efecto de las excavaciones arqueológicas, necesarias en todo caso, pero que deben coordinarse para no aumentar más esta odiosa postergación.
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