Vecino de la Villa Diego Portales estudia Ingeniería Civil Mecánica en la Universidad Santa María y es parte del equipo “Sysmic Robotics”
QUILLOTA.– Tiene apenas 21 años y si todo sale bien, en menos de tres semanas Carlos Tapia Quiroz estará en Francia, representando a Chile en un evento científico y tecnológico, que para muchos puede sonar surrealista: la “RoboCup 2023”, el Mundial de Fútbol de Robots.
Carlos siempre fue un alumno brillante. Durante toda su etapa escolar se trasladó desde su casa familiar en la Villa Diego Portales hasta el Colegio “Diego Echeverría”, desde donde egresó de cuarto medio con la especialidad de Técnico Eléctrico, materia en la que quiso profundizar, por lo que ingresó a estudiar Ingeniería Civil Electrónica en la Universidad Técnica “Federico Santa María” de Valparaíso.
El quillotano cuenta que en la universidad decidió ingresar a un taller que le llamó mucho la atención, el de Robótica. “En el colegio me gustaba el tema, jugaba a programar arduinos, que son pequeños robots. Es algo que me divierte mucho”, dijo Carlos, quien al parecer ha encontrado su lugar en el mundo en la Educación Superior. Ya es ayudante en una materia y en el Taller de Robótica, al poco tiempo se convirtió en el sublíder del equipo de 10 estudiantes que representarán a Chile en el principal torneo de robótica del mundo.
La oportunidad la tomó con humildad y no se adjudica el mérito, ya que señala que el proyecto corresponde a varias generaciones, que se han ido renovando y es uno de los que ha tomado la posta, aceptando este desafío. “Llegamos a darle nueva vida al proyecto, hemos trabajado mucho en nuestra iniciativa y somos el único equipo chileno que va a participar”, contó.
Carlos agrega que el equipo lo componen alumnos de las carreras de Mecánica, Electrónica e Informática y él es el subjefe de la iniciativa y jefe del área de hardware. “Tengo que armar circuitos, soldar placas, programar, es como lo que me gustaba hacer en el colegio, pero mucho más difícil, porque son proyectos más grandes”, explicó el joven.
Robots que juegan fútbol
Gracias al trabajo combinado, han logrado perfeccionar un robot que Carlos describe como pequeño, con la parte superior en forma de cilindro y con una extremidad delantera que se encarga de golpear la pelota de golf con la que se juega cada partido.
Cabe destacar que, al momento de jugar, los robots no son manejados por humanos, ya que cada uno actúa de forma autónoma, desarrollando estrategias que van evolucionando de acuerdo al juego, gracias al algoritmo de la inteligencia artificial que los mismos alumnos han desarrollado.
Los partidos se juegan en una cancha que tiene como base una alfombra verde de nueve metros de largo por seis de ancho. “Sobre la cancha se ubica una cámara que recopila la información de los robots, cada uno individualizado por patrones de colores. Esa información se envía a un sistema centralizado, donde se serializa y llega a cada robot, para desarrollar las jugadas”, explicó Carlos.
Aunque están entusiastas, no todo ha sido fácil para los jóvenes científicos, ya que, aunque tienen asegurado un cupo en la “RoboCup 2023”, aún están reuniendo dinero para pasajes y alojamiento de una parte del equipo, que deberá estar presente en la ciudad de Burdeos, Francia, entre el 4 y el 10 de julio. “Nos faltaban como tres pasajes, pero hemos logrado conseguir una parte. Ahora todavía falta uno y además tenemos que conseguir dinero para la alimentación y el hospedaje de algunos compañeros. Eso ha sido difícil”, señala.
Aún con esta dificultad, el quillotano confía en que todo va a salir bien, ya que cuentan con el apoyo de la Universidad y sobre todo, de sus seres queridos.
“Mi familia me ha dado mucho apoyo, están contentos, emocionados y también sorprendidos por todo lo que está pasado. Que vaya a Francia a esta competencia de robots es bien increíble y muy motivado para competir contra otros equipos tan fuertes en el papel, como pueden ser los japoneses, alemanes o estadounidenses”, concluyó.
