Ana Gil estuvo 10 días hospitalizada con un diagnostico reservado hasta que finalmente falleció
QUILLOTA.- Corría el año 1973 cuando el quillotano Vicente Galdámez Brito hacía clases en un liceo de La Ligua, donde conoció a Ana Gil Zamora, quien en ese entonces era dirigente del centro de alumnos. Se enamoró de ella y al tiempo comenzaron a pololear, consolidando su relación.
Luego de un par de años contrajeron matrimonio y comenzaron una familia, que tuvo como fruto cuatro hijos: Vicente Manuel -quien falleció a los días de haber nacido-, Hilda -quien murió hace un par de años producto de una esclerosis múltiple-, Vicente Eusebio y Camila. Debido al trabajo de su esposo, Ana vivió en San Felipe, Santiago, Requinoa y Quillota.
“Hace 11 años vino a cuidar a mis padres que se enfermaron. Yo me quedé en Machalí pero viajaba todos los fines de semana a la casa donde me críe, en calle Freire, camino a la Escuela de Caballería. Además, con la enfermedad de mi hija, ella se hizo cargo de mi nieta que hoy tiene 15 años y de mi nieto de 12. Luego, hace tres años, me jubilé por problemas de salud y también se encargaba de cuidarme”, dijo Vicente.
Tras el fallecimiento de su hija, Ana se quedó en la comuna y se encargaba a diario de todas las necesidades de su familia y, principalmente, de sus nietos, a quienes crío como si fueran sus hijos.
Es así como a diario los llevaba y recogía desde el Colegio San Ignacio La Salle, en la caletera 8, cercana a la rotonda de La Palma. Este recorrido era parte de su rutina diaria hasta que un fatal accidente, ocurrido el martes 2 de julio, cambio para siempre la vida de esta familia.
COLISIONADA POR OTRO VEHÍCULO
Según relató Vicente Galdámez, aquel día sus nietos saldrían más temprano de clases por causa del esperado eclipse solar, por lo que Ana los iría a recoger. A eso de las 12:30 se dirigió por el sector de La Tetera hacia la caletera para ir a buscar a los niños al colegio, sin sospechar lo que ocurriría minutos más tarde.
“Ella siempre se iba por la caletera a buscar a los niños. Ese día, al llegar a la altura de la empresa Coopeval, un auto la chocó de frente. Ella iba sola y el impacto fue grave, por lo que se la llevaron a urgencias e incluso fue trasladada a la Clínica Ciudad del Mar”, contó Vicente.
Debido al fuerte impacto Ana presentaba complicaciones en distintos órganos, ya que con la fuerza de la colisión se afectaron sus riñones, páncreas e incluso su corazón. Siempre se mantuvo inconsciente y tuvo que ser traslada el jueves 11 de julio a la Clínica Reñaca, donde fue sometida a diversas transfusiones de sangre.
Pero el cuerpo de Ana, a sus 63 años, no resistió más y la tarde del viernes 12 de julio, acompañada de toda su familia, falleció. Tras ser velada en Quillota, donde además se le realizó una misa en la Parroquia de los Desamparados, su cuerpo fue llevado a La Ligua para ser sepultada junto a sus familiares.
Sin embargo, a pesar de este triste desenlace, la familia continúa reuniendo dadores de sangre, pues deben cumplir con el compromiso en la Clínica Reñaca. De hecho, aún les faltan 16 personas, por lo que quienes lo deseen pueden acudir y donar sangre a nombre de Ana Gil Zamora.
En tanto, sobre el accidente, Vicente explicó que el proceso continuará ya que la familia espera seguir acciones legales. “Cuando esté el dictamen de la Fiscalía sobre el accidente pretendo seguir acciones legales, porque el otro conductor reconoció que había virado mal”, expresó el profesor quillotano, en medio del dolor de la partida de la compañera de toda su vida.