Quillota está plagada de bandas narcos, prostíbulos clandestinos y capos de la droga

Publicado el at 3:04 am
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Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”

     Una transexual le clavó una estocada en el corazón a un cliente con el que tuvo una discusión. Así de fácil, en el centro de Quillota, a dos cuadras de la comisaría de Carabineros y a las mismas dos cuadras de la Fiscalía, no tuvo ningún inconveniente en cometer un crimen. No es que ella sea una analfabeta, es que ya tienen la convicción que no pasa nada, que la justicia no persigue lo suficiente como para castigar los delitos.

     Hace un par de años, a las dos de la tarde, una muchacha joven y su pololo le dieron dos balazos a una persona que estaba sentada en un banco de la Plaza de Armas de Quillota. Por la espalda, uno en el cráneo y otro al comienzo de la espalda. Llegaron en un taxi, le pidieron que esperara y se fugaron en el mismo vehículo después de cometer un asesinato en la plaza. Dicen que están en Bolivia, pero nunca más se supo de su crimen. Semanas después un tipo desde un auto, con el vidrio abajo, sacó una pistola y mató a otro que estaba adentro de otro auto, esperando la luz verde en un semáforo frente al Mall Quillota, en calle Condell. Nunca se supo nada del autor, salvo que parece que se equivocó al matarlo, que no era el que andaban buscando para que pagara un montón de droga que le habían entregado para vender al por menor.

     Otro mató a plena luz del día y adentro del Estadio “Lucio Fariña”. No pasó nada. A otro lo fueron a matar a la orilla del río. Tampoco nada. A otro lo rebalearon al interior de su auto en la población Aconcagua Sur. Tampoco nada.

     Se están acostumbrando a que Quillota sea una ciudad inmune, impune, donde los delincuentes pasan “piola”. En Quillota cayó uno de los más grandes cabecillas del Tren de Aragua, el super peligroso “Estrella” (buen nombre para ser delincuente en grande) junto a otros más de su banda, que se dedicaban también al negocio de explotar mujeres a las que ayudaban a ingresar clandestinamente al país.

     No es casualidad que el buscado teniente venezolano Ronald Ojeda se haya “encaletado” en el sector de Boco en Quillota. Una caleta es un lugar seguro para quien sabe que lo andan buscando. Ojeda sabía sobre la “tranquilidad policial – judicial” de Quillota y se quedó aquí seguro. Se fue a Santiago y allí lo descubrieron los enviados del gobierno dictatorial de Venezuela y lo mandaron a matar en una impecable operación militar. Los verdaderos autores, los que aparecen en el video con Ojeda en calzoncillos, ya están de vuelta en Caracas, recibiendo su pago. ¿Y qué dice la PDI? Que serían del Tren de Aragua los que lo mataron, es decir, de la misma banda que por más de dos años tuvo tomada la ciudad y controlados los prostíbulos clandestinos donde explotaban a venezolanas y colombianas. El delito siempre es un círculo, que tarde o temprano se cierra con una nueva muerte, para volver a abrirse con otro caso.

    También hay que considerar que esta mano blanda trae aparejado el crecimiento de los lugares “ocupas”, que son nidos de ratas que buscan día y noche salir a robar y tener una guarida. Desde allí salieron a atacar a los vecinos y al comercio establecido. Como caricatura de esta situación, recordemos que los delincuentes se tomaron el antiguo cuartel de Carabineros, así como casas desocupadas y también las tomas que hay en Quillota.

    No es bueno el escenario para Quillota, que está siendo azotada por las bandas narco que tienen dividida la ciudad para sus negocios. Aunque para decirlo claramente, ellos no forman parte de los ataques de delincuentes a la población. Ellos se matan entre ellos. Lo que pasa es que ese ambiente de bandas funcionando con cientos de millones de pesos, ese derroche de drogas, el crecimiento de las casas con prostitutas, estimula a los otros delincuentes a sentir que en Quillota pueden moverse con libertad. Y así se explican los numerosos robos en casas habitadas tanto en el campo como en la ciudad. Así también se explican los robos en el centro, al comercio y a las casas de las poblaciones.

 

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