Por Roberto Silva Bijit
Los han tratado tan mal en todas partes, que ahora con justa razón se produce una natural baja de
vocaciones para querer ser carabinero y de ese modo, se aumenta la inseguridad ciudadana, que tanto se hace sentir en estos días.
¿Quién quiere ser carabinero?
Casi nadie quiere porque no tienen garantías para trabajar, porque no hay seguros que respondan por sus riesgos, porque se ha permitido que los denigren y los ataquen sin responsabilidades posteriores para los victimarios, porque pierden la vida en la calle, porque los dejan mal heridos en las manifestaciones, porque nadie les paga el peligro de su trabajo.
En nuestra región faltan cerca de mil carabineros, como los han dicho los consejeros regionales, advirtiendo el peligro que todos corremos por la falta de personal de vigilancia. Pero no solo faltan uniformados, también Carabineros tiene problemas de equipamiento, vehículos, armamento y carencia de grupos de investigación de los delitos.
El combate es a dos frentes y muy complejo: la delincuencia que ha crecido y se ha desatado; y el narcotráfico, que se ha enquistado en todos las ramas de nuestra sociedad, transformándose en un cáncer que descompone la vida de nuestras familias y nuestros barrios.
Ayer Carabineros de Chile cumplió 95 años dedicados a proteger a las personas frente a todo tipo de
situaciones. Felicitaciones a cada uno de sus integrantes y gracias por poner el hombro, por dar la cara
frente a los conflictos y accidentes de la gente.
Claro que se necesitan reformas internas que garanticen el control de las platas dentro de la institución, pero también se necesita una modernización que les permita ser más operativos. Más recursos para inteligencia. Creación de una policía municipal que los ayude en todo lo que no es delito.
Resolver mejor las atribuciones de la Seguridad Ciudadana de los municipios, para que puedan ser
otra forma más activa de combatir a la delincuencia.
Desde Carabineros llevan estadísticas y realizan planificaciones desde el Departamento de Análisis
Criminal, comprobando, como dice su informe, que conforme a la creciente “tasa de homicidios, delitos
violentos y situaciones especiales”, es allí donde deben volcar sus mayores preocupaciones y los
mejores esfuerzos de su personal especializado.
Nadie podría desconocer que la situación de Carabineros como institución está muy complicada, ya que
el país sufre graves violaciones al Estado de Derecho, sin que ninguna policía pueda reaccionar y los
tribunales sancionar a los culpables. El descontrol del sur con combatientes armados con fusiles de guerra, los asaltos masivos a un supermercado, por ejemplo, donde no hay fuerza policial capaz de contener a una turba, hacen cada vez más difícil la misión de las policías. Pero a la vez, las deja también con menos fuerza, más expuestas, más frágiles cuando todos los necesitamos más fuertes.
El tema de los derechos humanos no debe ser otro factor de debilidad de las policías, porque hace rato se entiende que todo funciona bajo el respeto a esos derechos fundamentales de las personas.
Pero no de algunos derechos, sino de todos sus derechos, también el de ser defendido.
Conclusión de la crisis: en nuestra región faltan cerca de mil jóvenes que quieran ser Carabineros.