Por: Dra. María Teresa Hernández Yáñez
Académica e investigadora Escuela de Educación
Carrera Educación Parvularia
Universidad Viña del Mar
OPINIÓN.- En el año 2022, Fundación Integra identificó alrededor de 322 establecimientos de un total de 1476 en todo el país, ubicados en zonas de alto riesgo de violencia comunitaria. Entre los principales problemas a los que se exponen niños y niñas, incluye delincuencia, pandillas, presencia de narcotráfico, balaceras, asaltos, consumo de drogas y alcohol, comprometiendo su bienestar y seguridad integral. Además, la Junta Nacional de Jardines Infantiles, cuenta con protocolos de actuación frente a balaceras en sectores de connotación de alto riesgo desde el año 2014, problemática que, en la actualidad, se ha extendido progresivamente a diferentes regiones y localidades del país.
En cuanto a las regiones con mayor proporción de jardines expuestos se encuentra Antofagasta con un 30,3%, Coquimbo con 66,7% y la Región Metropolitana con un 50,2%. Esta última, debido a su cercanía con las regiones de O’Higgins y Valparaíso, experimenta una extensión del fenómeno, con presencia de comunidades educativas en situaciones de riesgo o entornos de violencia. En particular, se han identificado más de 20 jardines infantiles y salas cunas en la región de O’Higgins ubicados en zonas de alto riesgo y caso similar en la Región de Valparaíso.
La evidencia científica da cuenta que el entorno comunitario en la que viven y se desenvuelven niños y niñas, impacta fuertemente en sus en su proceso de aprendizajes y trayectorias de vidas. Sin embargo, cuando niños y niñas crecen ese entorno violentos y adversos, expuestos a experiencias de violencia tanto directa (balaceras, riñas) o indirectamente (escuchar hablar de violencia), se ha demostrado que cuentan con más probabilidad de reaccionar violentamente frente a situaciones de tensión. Además, de estar asociados a mayores riesgos de adquirir enfermedades de salud mental como; depresión, ansiedad y el trastorno de estrés postraumático.
Por su parte las bases curriculares de Educación Parvularia, abordan los contextos como catalizadores de aprendizaje desde la importancia por diseñar y ofrecer experiencias de aprendizaje desafiantes, significativas y pertinentes a partir del juego y la libertad de exploración. Sin embargo, la realidad en varias regiones y comunas del país, afectadas por la violencia comunitaria, compromete el bienestar y seguridad integral de niños y niñas, vulnerando sus derechos a desarrollarse en ambientes protegidos de violencia.
El llamado es sensibilizar a los agentes claves de la comunidad, lideres comunitarios, municipios, policías, entre otros actores claves, de manera de garantizar una efectiva coordinación y protección de los espacios cercanos a los centros educativos, resguardando el derecho de las infancias por vivir en lugares libres de violencias y por recuperar entornos públicos de alta riqueza educativa, que, en la actualidad, están siendo absorbidos y polarizados por la violencia comunitaria.
