En la política la gente se mueve por caminos extraños, recorre senderos que no llegan a ninguna parte o se lanzan por el atajo que los lleva a despeñadero.
¿Qué pudo haber motivado a la Presidenta Bachelet a colocarle suma urgencia a la moción parlamentaria que levanta el secreto de la comisión Valech, si fue ella misma como Ministra de Defensa la que aseguró ese secreto a los chilenos que tuvieron la valentía de contar cómo fueron torturados?
Sin duda que está confundida y trata de parecer que no. Apurada ella, cambió la “discusión inmediata” por solo “urgencia” al proyecto que buscaba terminar con la reserva del informe sobre prisión, política y tortura establecido en el año 2003, durante el gobierno de Ricardo Lagos.
No puede ser que sea justamente ella la que presuma pactos de silencio con los militares, cuando la situación es lo contrario. Un pacto de silencio con los que dijeron la verdad sobre lo que les pasó, que en muchos casos fue denigrante, abusivo y muy dañino para el afectado. También ese daño podría afectar a sus seres queridos si ellos se enteraran de esas torturas.
¿Qué es el informe Valech?
Se trata de un documento que lleva el apellido de un monseñor que trabajó por largos años en la Vicaría de la Solidaridad, ayudando a la gente que había sido torturada y todos los demás casos de atropellos a los derechos humanos.
A todos ellos se les garantizó que sus declaraciones se mantendrían en secreto por 50 años, o sea, el tiempo necesario para que pasen dos generaciones completas”
El Informe Valech cuenta la verdad sobre cada tortura, explica la forma en se realizó esa tortura, el lugar donde fue practicada. No necesariamente dice quiénes son los torturadores, porque fueron violentados con los ojos vendados. Se trata de sobre 65.000 casos registrados, de los cuales no todos fueron aprobados como tortura de Estado por los miembros de la Comisión, compuesta por un selecto grupo de profesionales de muy diversas áreas.
En total, declararon 35.000 chilenos para la Comisión Valech I, de los cuales fueron aceptados 29.000. En la Comisión Valech II, declararon más de 30.000 y fueron aceptados solamente 9.000. Estos números permiten entender que tampoco se aceptó cualquier cosa que a alguien se le ocurriera decir.
A todos ellos se les garantizó que sus declaraciones se mantendrían en secreto por 50 años, o sea, el tiempo necesario para que pasen dos generaciones completas.
Uno de los miembros del Informe Valech, el reconocido abogado José Zalaquett, que presidió Amnistía Internacional, declaró con preocupación que el secreto no debe levantarse. “No corresponde levantar ahora el secreto del Informe Valech. Las personas que declararon son libres para contar su caso. El secreto se estableció para ellas. Muchas personas, cuando declararon, lo que querían era que sus familias, sus nietos, no supieran que fueron violados”.
Otro testimonio, también de dolor y rabia, lo entrega el ex Presidente Lagos: “están emporcando un acto de valentía de los chilenos de declarar, y un acto de inteligencia de este país de atreverse a mirar las heridas profundas que un grupo de chilenos en un momento de locura, desvarío o lo que fuere, pudieron aplicar esas torturas a otros chilenos”.
Estamos a ocho semanas de elegir un nuevo Presidente y a cinco meses que la Presidenta deje el cargo. Lo razonable es no siga proponiendo o aceptando proyectos que entorpecen la sana convivencia, que se dedique a cerrar sus cuatro años en paz y respeto con lo obrado en otros gobiernos, incluso en los de su mismo grupo político.