Hemos vivido en estos días una decisión que hubiéramos querido ver en muchas ocasiones anteriores. La propia Presidenta de la República rechazó con su famoso Consejo de Ministros (que siempre permite todo) el también famoso proyecto Dominga.
Es más, a los importantes ministros que no estuvieron de acuerdo, les pidió la renuncia y los sacó del gobierno.
¿Se equivocó la Presidenta?
Claro que no. Hizo lo que debe hacer un mandatario. Proteger el medio ambiente, cuidar el patrimonio natural, velar por la salud de los chilenos y sobre todo, por disminuir la desigualdad. Todo eso hizo y con valentía.
Lo fácil habría sido aceptar el proyecto minero, con todos los problemas medioambientales y satisfacer a todos los grupitos que quieren más crecimiento económico, más inversión, sin que les importe nada.
Los que creen en el crecimiento a ciegas, con los ojos vendados, sin importarles cómo dejan el país después de sus negocios, son los mismos que querían comerse los glaciares, los que querían hacer astillas los bosques de lenga de Magallanes, los que están terminando con la pesca artesanal, los que han destrozado las dunas de Concón, los que quieren instalar en medio del campo limachino una termoeléctrica, sin importar el destino de cientos de familias que han vivido en el lugar, que creen en su comuna, que tienen derecho a educar y ver crecer a sus hijos en un ambiente no contaminado, que tienen derecho a conservar el patrimonio natural que ellos eligieron antes que la proyectada termoeléctrica llegara a revolver el gallinero.
Eso es lo mínimo que queremos los ciudadanos de nuestros mandatarios: que nos puedan defender de los depredadores, de los que valoran más esas sucias monedas que el valor de una tierra descontaminada”.
Sin embargo, a diferencia de lo que pasó con Dominga, en nuestra región el gobierno aceptó por unanimidad los planteamientos de la termoeléctrica, la misma que ahora ha recibido marchas desde todas las comunas, informes técnicos en su contra, la misma que tiene enrabiadas a tantas familias y que porfiadamente quiere seguir adelante. Por suerte, el Servicio de Evaluación Ambiental admitió a trámite cinco solicitudes en contra del proyecto, lo que podría traducirse en la anulación de la actual Resolución de Calificación Ambiental.
Es verdad que la Presidenta está para que Chile crezca, pero en un marco de respeto al medio ambiente, cuidando este país único que tenemos para vivir todos. En su gobierno, Piñera como presidente, rechazó un proyecto que habría destruido las maravillas naturales de isla Choros. Eso es lo mínimo que queremos los ciudadanos de nuestros mandatarios: que nos puedan defender de los depredadores, de los que valoran más esas sucias monedas que el valor de una tierra descontaminada.
Eso no significa que no existan empresas responsables que propongan convivir con el medio ambiente, contraatacando sus contaminaciones, disminuyéndolas, para en último término, desarrollar una operación económica que trae frutos al país.
En la marea noticiosa, a veces, podemos caer en confusiones, asumiendo que está bien todo lo que nos presentan por delante, pero hay que saber mirar por atrás, hay que saber leer entrelíneas, hay que poder ver debajo del pavimento, para comprender todos los alcances que tienen los sucesos importantes que están ocurriendo en el país.
Dominga fue un ejemplo típico para demostrar que si la Presidencia no interviene, los que están por “su” crecimiento económico, nos arrasan.