Psicólogo de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Playa Ancha (UPLA), Juan Pablo Araya, advierte que, pese a este avance, el estigma social es el principal obstáculo y desafío que enfrentan las personas que padecen estas enfermedades
TENDENCIAS.- En 2021, la Superintendencia de Salud emitió la Circular IF/N° 396, donde declaró que a partir del primer lunes del año 2022 –es decir, el 03 de enero- las isapres no podrán reconocer las enfermedades mentales, discapacidades psíquicas o intelectuales como afecciones preexistentes a la hora de vender sus planes de salud, debiendo eliminar las preguntas relativas a este ítem en la Declaración de Salud. Medida que comenzará a aplicarse desde marzo próximo.
Esto, ha sido celebrado por distintos sectores, como un paso para la visibilización sobre la importancia de poner el foco en la salud mental. Sin embargo, expertos aseguran que estas medidas todavía resultan insuficientes, por la notoria desinformación y estigmas sociales que hay en torno a estas complicaciones mentales y emocionales.
Así lo aseguró el psicólogo de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Playa Ancha (UPLA), Juan Pablo Araya, quien indicó que el estigma social es el principal obstáculo y desafío que enfrentan las personas que padecen estas enfermedades, lo que afecta a su autoestima en forma importante. Si bien, destacó este cambio en la legislación como un avance, explicó que las enfermedades mentales siguen siendo motivo de temores, prejuicios, incluso, burlas en entornos que no están bien preparados para acompañar a quienes las padecen.
“El sufrimiento mental causa mucho miedo y está revestido de mucha ignorancia, lo que genera en el individuo una discriminación que es conocida como estigma o estigmatización. Está dentro de la cultura y es imposible entenderla fuera de ella, porque tenemos una tendencia a que las cosas funcionen, a que las personas estén preparadas para que hagan lo que les corresponde, trabajar, estudiar, pero en ciertos márgenes y de ciertas maneras”, explicó el profesional UPLA.
Y agregó: “Quienes se apartan de ese orden establecido, de esa ‘funcionalidad’ son sancionados y catalogados de anormales, porque vivimos en una sociedad y en una cultura muy funcionalista; por ello, son mal llamados ‘disfuncionales’ aquellas personas o familias que no cumplen con un criterio rígido”.
En esa línea, Araya comentó que las principales manifestaciones de este rechazo se ven en casos como la falta de comprensión por parte de familiares, amigos, compañeros de trabajo u otras personas; menos oportunidades laborales, o para participar en actividades escolares o sociales; y, en algunos casos más extremos, hostigamiento y violencia física o acoso.
Por lo cual, hace un llamado a informarse acerca de estas enfermedades, lejos de los prejuicios o estigmas que nuestra propia sociedad le endosa a quienes sufren estas afecciones. “El problema con la estigmatización es que genera autoestigmatización. Es decir, las personas que lo padecen también se discriminan a sí mismos, se siente diferentes, se sienten rechazados. Hay que preguntarse quiénes de nosotros no hemos tenido nunca un problema de salud mental o un padecimiento psíquico. Gran parte de las personas hemos sufrido algo, lo que pasa es que no ha sido diagnosticado”, concluyó el psicólogo UPLA.