Porque migrar es un derecho

Publicado el at 10:47 am
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Hace algún tiempo que Chile se ha vuelto el hogar para miles de extranjeros que, por diversos motivos, buscan acá nuevas oportunidades.

En prácticamente todo el país es posible verlos. Sin ir más lejos, en Quillota se volvió parte del cotidiano ver grandes filas en la Gobernación, lo que se ha incrementado estas últimas semanas debido a la puesta en marcha de la nueva ley de extranjería, la que -de manera acertada o no- busca regular esta realidad que no muestra señales de cese.

Melania Melis Jiménez
Periodista

Esta ola de nuevos residentes ha provocado múltiples reacciones en la gente, algunas más amables y otras derechamente nacionalistas y xenófobas. Muchas personas, orgullosas de ser nacidas y criadas en este pedacito de tierra, han levantado opiniones contrarias a la llegada de estas personas, argumentando que nos quitan el trabajo y los pocos recursos que destina el Estado para los servicios públicos básicos, como salud y educación. Incluso, en la ignorancia más grande de todas, se atribuyó el incremento de casos de VIH positivo a la llegada de extranjeros.

En un país en que las realidades socioeconómicas nos segmentan de una manera cruel e injusta, entiendo que es frustrante deslomarse cada día y ver que la miseria ahora se reparte en más manos. Sin embargo, me duele la falta de empatía de muchas personas que creen que somos seres humanos con categorías superiores o inferiores, como si una vida fuese más valiosa que la otra por su país de origen o el color de piel, porque creo que sería muy distinto si los allegados fuesen rubios y europeos.

Qué difícil debe ser intentar surgir desde cero en un país ajeno, especialmente si muchas cosas no te hacen sentir bienvenido. Dejar tu tierra y tu gente en busca de una estabilidad material y chocar de frente con la triste realidad de que en este país es difícil acceder a esa imagen idílica que muestran las cifras de crecimiento económico, desarrollo, estabilidad y conformarse con ser parte de la gran masa que debe sobrevivir a duras penas, muchas veces en condiciones de miseria, aumentando la cifra de personas que se reparten las pocas migajas que caen desde arriba.

Abramos nuestras mentes. Hay miles de chilenos que viajan cada año a otros países en la misma búsqueda, y me imagino que muchísimos más a quienes les encantaría poder hacerlo, y en eso no veo nada de malo. Por el contrario, creo que todas las personas deberíamos poder hacerlo si queremos, sin que la nacionalidad y la raza sean un impedimento. Creo que la tierra no tiene dueños, que migrar es tan natural como asentarse y que, como dicen por ahí, ningún ser humano es ilegal.

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