¿Por qué necesitamos una nueva Constitución para Chile?

Publicado el at 11:52 am
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Roberto Silva Bijit

Por muchas razones muy importantes, que podemos explicar a continuación, pero primero que nada, para asegurar un texto más armónico, en vez de esta parchada y recocida Constitución de 1980, que ha tenido 33 reformas y 219 cambios, por lo tanto, queda poco de lo original en pie. Para comprender los cambios, hay que pensar que nuestra Constitución tiene apenas 129 artículos.

Los cambios han sido realizados en todos los gobiernos, desde 1989 hasta la fecha, pasando por Aylwin, Frei, Lagos, Bachelet y Piñera. Todos esos cambios se han realizado en forma democrática, con consensos de todos los partidos políticos. Nunca a los diputados y senadores se les ocurrió que debían llamar a plebiscito, muy por el contrario, actuaron sin preguntarle nada a nadie. En tiempo récord, por ejemplo, aumentaron el número de diputados y senadores, realizando una reforma constitucional muy importante… para ellos y sus bolsillos.

Somos un país de pocas constituciones. La primera que entra en vigor para gobernar (hay otras anteriores) es la 1833 y permite la estabilidad del país hasta 1891, en que los partidos políticos, compitiendo con el inmenso poder del Presidente, lo llevan a una guerra civil que termina con 10 mil muertos, Balmaceda derrotado y suicidado. Tres décadas después, nace la Constitución de 1925, que obedece a la urgencia de hacer cambios por diversas crisis sociales que vivía el país. Sin muchas consultas, reunidos en una terma, alcanzan los acuerdos para suscribirla. Tendrá vigencia hasta 1973, en que la falta de acuerdos políticos para darle gobernabilidad a Chile, terminó con el suicidio de Allende.

La Constitución de 1980 es un traje a la medida de Pinochet y del modelo neoliberal económico que han seguido aplicando todos los gobiernos, desde la Concertación hasta la fecha. Por eso en estos 30 años le han corregido todo lo que han podido, o mejor dicho, todo lo que ellos han estimado digno de ser corregido. Pero ahora la cosa tendrá un cambio. Podremos opinar y hacerlo por mejores cauces para llegar a una tarea más definitiva. Se entiende que en cada comuna que se sume al acuerdo de los municipios adheridos a la Asociación de Municipalidades de Chile tendremos un plebiscito el 7 y 8 de diciembre.

Lo que está pasando es que el Presidente Piñera dijo que estaba preparando un proyecto de “cambios a la Constitución” para actualizarla y tener una propuesta, sin embargo, su ministro del Interior, Gonzalo Blumel lo convenció que el camino debía ser otro y corrigió su anuncio, hablando ahora de una “nueva Constitución”, que escuche y dialogue con todas las fuerzas políticas del país, para después pasar todas esas ideas a un Congreso Constituyente y refrendar lo que desarrollen los legisladores en un Plebiscito Ratificatorio.

La otra propuesta que se ha tomado en cuenta y mencionado ya en reiteradas ocasiones es el proyecto constitucional que dejó la Presidenta Bachelet al final de su período. Por otra parte, hay sectores políticos pidiendo una Asamblea Constituyente, cuya fórmula de operación debe ser precisada.

En resumen, no hay problema en cambiar una Constitución que ya está muy cambiada, pero que necesita una legitimización bajo gobiernos democráticos, para terminar con una Constitución que fue promulgada en dictadura.

Necesitamos, por ejemplo, una constitución que obligue al Presidente de la República a compartir su gran poder (casi monarquía presidencial), que disminuya a más de la mitad el número de parlamentarios, que cree un estado más federal, para evitar el escandaloso centralismo que agobia a las provincias, que regule en forma solidaria y no subsidiaria las demandas de los ciudadanos, modificando el marco económico del proyecto de economía social de mercado que ha generado gran parte de las desigualdades.

Necesitamos un Estado un poco más grande y vigoroso, que pueda resolver problemas de vastos sectores de nuestra sociedad, para emparejar la cancha.

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