Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”
Pobre Ámbar. Otra vez la abandonaron bajo el pretexto que quieren protegerla. ¿Por qué no la cuidaron cuando estaba viva? Después que vivió una vida de porquería, después que la violaron y la mataron con el consentimiento de su propia madre, vienen ahora a rasgar vestiduras y prohibir que el trabajo serio y profesional de Carlos Pinto hubiera podido mostrar la nula protección que ella recibió del sistema.
La mamá de Ámbar (perdónenme las mamás por tratarla como mamá) convivió con Manuel García, que fue el primer padrastro que abusó de la menor. La niña exigió una denuncia porque su madre quería hacer como si no hubiera pasado nada. Al hacerse público el caso, incorporaron a Ámbar a un Programa de Intervención Personalizada y el Sename la atendió el 22 de enero de 2020. No hicieron nada concreto por salvarla. Consiguieron una orden de alejamiento de García. Pero la mamá de Ámbar encontró otro padrastro, Hugo Bustamante, al que la jueza Donoso había dejado en libertad (en contra de la opinión de Gendarmería) después de haber cometido un horroroso doble crimen de una mujer y su hijo. Llevó a vivir a Bustamante a su nuevo departamento en Limache. Cuando la niña descubre quién era Bustamante y éste comienza a acosarla, su madre deja a Ámbar sola en el departamento y se va con Hugo Bustamante a su casa en Villa Alemana.
Ámbar no tenía apoyo de nadie. Como siempre estaba sola. El Sename ausente. La justicia y las policías ausentes. No supo a quién recurrir. Le tendió la mano la hija del primero que la violó, el padrastro García, y ahí pasó un corto tiempo, hasta la fatal mañana del 29 de agosto de 2020, cuando su propia madre la llama con el pretexto de entregarle un dinero, pero en verdad, se la entrega a su pareja, Hugo Bustamante, y se va de la casa, dejándolos solos. Bustamante la golpea, introduce un paño en su boca, la viola, la corta en pedazos y mete los trozos de su cuerpo en tres coolers, que enterró en el piso de su propia vivienda. Ámbar muere sola, tal como vivió sus 16 años de vida, sin protección de nadie y con un sistema que nunca le brindó seguridad.
Pero eso no es todo para demostrar lo atrasada de la justicia. El Juzgado de Familia de Villa Alemana dictó dos órdenes de alejamiento para sus padrastros, para los dos que la habían violado, el 31 de agosto de 2020. Dos días después que Ámbar había sido asesinada.
Pobre Ámbar. Y ahora no dejan que se cuente su terrible historia, que muy bien podría ser ejemplo para los jueces, las policías, los que trabajan con menores, los profesores, los vecinos, las familias que están en el entorno de los niños vulnerados.
Nosotros vivimos algo similar a lo que le está pasando a Carlos Pinto. En agosto del 2020, la sicóloga Marcela Rodríguez Fuentes nos denunció al Consejo de Ética de los Medios de Comunicación porque en la portada (no leyó el interior del diario) acusábamos a la madre de Ámbar de asesina diciendo que lo hacíamos por morbo y para lucrar con el dolor. Por supuesto que el Consejo falló a favor de “El Observador” y reiteró que estábamos en lo correcto. La fiscal del caso acusó a la madre de parricidio y de haber actuado en complicidad con Bustamante para asesinar a su propia hija. Nosotros nunca dejamos -ni dejaremos- de informar la tragedia que había vivido y sigue viviendo Ámbar.
Lamentamos que Carlos Pinto no pueda hacer su trabajo y denunciar a todos los que fueron dejando que las cosas sucedieran, que los asesinos quedaran libres, que se dictaran órdenes atrasadas, que se terminara asesinando a una niñita que siempre vivió en la más completa desprotección.
Pobre Ámbar. Trata de descansar en paz.
¿Qué tiene en la cabeza una madre para participar en el crimen de su hija?
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