Pero, ¿por qué descuartizarlo?

Publicado el at 10:11 am
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Hace 8 años al profesor Nibaldo Villegas (50) le gustó una alumna que estudiaba computación en su clase, en un instituto de Quilpué. Ella se llama Johana Hernández (32), que en esa fecha tenía 24 años. Se enamoraron y cuatro años después se casaron y tuvieron una hija. El profesor le pagó los estudios a su esposa para que fuera paramédico. Todo parecía bien. Hace un año, Johana conoció en un consultorio de Peñablanca a otro paramédico, Francisco Silva (37) y estando casada comenzó una con él una relación amorosa.

opinion de funador del diario el observador
Roberto Silva – Fundador de “El Observador”

La primera señal del descaro de Johana fue subir ardientes fotos en Facebook de su nueva relación. Frente a esa  burla, su esposo le pidió que abandonara la casa familiar en Peñablanca, donde el maestro se quedó con la tuición de su hija, debiendo soportar muchos actos de violencia por parte de su mujer.

Johana comenzó a vivir una desenfrenada relación con Francisco, que había estado internado por esquizofrenia. Una ex pareja de Francisco cuenta que le pegaba, le robaba dinero de su billetera, les robaba objetos de valor a sus propios padres y que hasta la obligó a endeudarse hipotecando su casa, que estuvo a punto de perder. Francisco manejaba muchos medicamentos para la ansiedad y para dormir. Perdió su empleo en este último año y se dedicó a guardia de seguridad.

Algo extraño pasó por las cabezas de esta nueva pareja, Joahana y Francisco, que potenciaron su violencia y su desquiciamiento mental. Ambos terminaron planificando el crimen del marido legal de Johana, el profesor Nibaldo. Conociendo su bondad y cuánto la quería, Johana decidió llamar a Nibaldo y decirle que quería volver a verlo, que quería estar nuevamente junto a él para recomponer el matrimonio. Después de varios encuentros logró convencerlo, aunque antes ella había contado en Facebook que estaba viviendo un “remenber” con Nibaldo. Todo era un plan para atraerlo y asesinarlo, en complicidad con su nueva pareja.

El viernes 10 de agosto Johana llamó a Nibaldo para decirle que ella iría a su casa porque quería que tuvieran una cita amorosa. El profesor fue a dejar a su hija a la casa de sus padres que viven en Achupallas en Viña del Mar, ocultando que sostenía una relación con su ex. Al regresar, a las 23.50 encontró a Johana que lo esperaba, entraron a la casa y se cree que ella le hizo beber un adormecedor, para después llamar a Francisco que esperaba afuera y juntos lo apuñalaron en el tórax hasta causarle la muerte. Lo llevaron a su cama y allí lo tendieron. Increíblemente Johana le tomó dos fotos con su celular. En su misma cama le cortaron la cabeza y los brazos. Luego lo cargaron en un auto. Francisco se llevó la chaqueta del profesor.

Momentos más tarde, el auto con el cuerpo sin vida de Nibaldo, manejado por Francisco y acompañado de Johana, se detuvo frente a un cajero automático de calle Freire en Villa Alemana. Se bajó y se colocó la chaqueta del profesor, y sabiendo que había cámaras, trató de hacer creer que la persona que giraba los $ 35 mil pesos era el profesor, situándolo –como coartada- en un lugar distinto a su casa. Después compró cigarrillos y alimentos en una bencinera.

El auto se dirigió al sector Las Docas, en Laguna Verde, unos 15 kilómetros al sur de Valparaíso, donde lanzaron el cuerpo a un acantilado. Eran las 3,30 de la madrugada del sábado.

Dos días después, azotados por lo que les quedaba de conciencia y locura, volvieron a la medianoche al lugar, sacaron el cuerpo y le cortaron las dos piernas, que aún estaban unidas al dorso, lanzándolas al mar.

El miércoles 15, el cuerpo mutilado fue arrastrado por las corrientes y hallado flotando en las aguas del muelle Prat en Valparaíso.

En los días que vinieron tanto Johana como Francisco demostraron lo caradura y desalmados que son, declarando ella que estaba “completamente destruida, el daño que le han hecho a mi familia no tiene perdón, justicia es lo único que pido” y él sosteniendo que lo último que haría sería cometer un crimen, aunque cuando la policía lo interroga, contestó que el conocimiento de las articulaciones es básico para un paramédico y agregó desvergonzado “el que nada hace, nada teme”.

¿Por qué necesitan descuartizarlo y no les fue suficiente solo asesinarlo? En el proceso estará la respuesta. Tampoco están muy claros los simples móviles económicos. Hay algo en las turbadas y enfermas mentes de Johana y Francisco, que todavía no sale a flote.

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