Niña falleció justo cuando la iban a dar de alta y solidaridad calerana logró que volviera a la tierra que cobijó a sus padres
LA CALERA.- Cinco globos blancos, amarrados sobre la puerta de ingreso de la sede de la junta de vecinos de la Villa Valparaíso, daban cuenta del velorio de un niño. Es una tradición que se ha hecho parte de los ritos funerarios de la ciudad y que, a veces, alcanzan también la mala nueva de la muerte de algún joven.
Esta vez la fallecida es Katina Exalon César, de apenas cuatro meses, quien había nacido el 25 de noviembre de 2018, con apenas cinco meses de gestación en el vientre de su joven madre Marie Berma Cesar, de sólo 24 años. Su padre es Wisler Exalon, de 34 años, quien trabaja en Artificio.
Ambos son haitianos y ya no son pareja. La niña, después de su adelantado parto, debió mantenerse por cuatro meses en el Hospital Gustavo Fricke de Viña del Mar. Allí la vieron sus padres y el fin de semana les comentaron que ya estaba bien y que podría ir a casa. Su padre, Wisler Exalon, expresa su sorpresa, pues “si estaba bien, ¿por qué el domingo en la tarde estaba muerta?”.
Así fue. La información oficial entregada al padre señala que la pequeña -que no alcanzó a ser bautizada, como lo habría querido él ya que es católico- falleció alrededor de las 19 horas del domingo. La causa, que se indica en el Certificado de Defunción, dice que la muerte de la pequeña se debió a una “insuficiencia pulmonar”.
Su padre supo que la niña sería sepultada en Viña del Mar, por lo que pidió ayuda. Él y la organización solidaria “Ayiti Chile” de La Calera pugnaron para que se le despidiera y descansara en la ciudad que les ha brindado acogida. Por lo mismo, la tarde del martes, el cadáver de la pequeña llegó a la sede de la Villa Valparaíso.
“EL VELORIO DE UN ANGELITO”
El pequeño ataúd blanco, ubicado junto a una muralla de la sede social, permitía ver a la niña en todo el misterioso esplendor de la muerte. Aunque vestía hermosas ropas de lactante y estaba en el interior del féretro, recordaba la antigua tradición chilena de los “Velorios de los Angelitos”, donde el pequeño difunto participaba, de cuerpo presente, en todas las pompas de su partida.
Según integrantes de la organización “Ayiti Chile” de La Calera en el velorio de la noche del martes, debido a la premura del acontecimiento -y a la pobreza-, no se pudo realizar el tradicional rito haitiano ante la muerte, que para esa cultura es un descanso. “En un caso anterior de un joven haitiano que acompañamos en sus funerales, hubo un velorio con comida, bebidas, dulces, cantos y bailes”.
Esta vez no se pudo cumplir todo el rito. Aunque igual la pequeña Katina Exalon Cesar no estuvo sola. La soledad de los primeros momentos se disipó con una urgente petición de flores para la niña a través de las redes sociales, acompañados de datos de su velorio. Decenas de haitianos llegaron hasta la sede de la Villa Valparaíso y acompañados de vecinos e integrantes de la organización, estuvieron acompañando en la noche a la pequeña.
EL ADIOS DE LA “ANGELITA” MORENA
El pastor Luis Herrera, de la Iglesia Pentecostal Filadelfia, dio un responso cristiano y, pese a la urgencia, algo de la tradición haitiana del despido de la pequeña, se alcanzó a realizar. Llegaron personas con flores, con ositos de peluches y con bolsas de dulces para repartir entre los que llegaron hasta la sede social.
Más tarde, hubo cantos haitianos acerca de la muerte, donde uno llevaba la voz y otros repetían lo cantado. No parecían tristes. Ellos viven este instante final de la vida humana de otra manera, más allá de la religión que practiquen, aunque casi todos son católicos o evangélicos”, cuenta una integrante de “Ayiti Chile” de La Calera, que los acompañó hasta la madrugada en la despedida de la “angelita” morena.
Su padre, Wisler Exalon, agradeció el apoyo de las dirigentes de la agrupación -Verónica Cortés y Lili Rojas- que hacen, con otras personas, una hermosa labor social, cultural, deportiva y de inclusión en La Calera. A pesar de ellos, y pasados tres días de la muerte de su hija, no dejaba de preguntarse la razón por la que cuando le anunciaron el alta de su hija, la niña se agravó y murió en pocas horas.
En la tarde del miércoles, con ambos padres en la sede, se hizo un responso entre los asistentes y el hijo del pastor, para darle el adiós a la pequeña Katina. “Tuvimos el apoyo de la Dirección de Desarrollo Comunitario y de Hellen Campos, que nos allanó los trámites y el servicio para que la niña descansara en La Calera. La Municipalidad aportó, también, una sepultura en el Cementerio”. Allí descansa la pequeña Katina. Partió al Cielo cristiano o al paraíso de una isla bajo el mar, según cuenta una antigua tradición haitiana.