Este fin de semana, una triste noticia golpeó a nuestra zona. Con solo 28 años, la joven calerana Paulette Alcaide González, madre de una pequeña niña, murió por una hepatitis fulminante, de la que solo podía salvarse si hubiera recibido un trasplante de hígado a tiempo.
Paulette no corrió la misma suerte que la quillotana Katherine Collao Fernández, quien en septiembre de 2012, con 27 años, fue sometida a dos trasplantes de hígado sucesivos -porque rechazó el primer órgano -, luego que también se le declarara una grave hepatitis, con 28 semanas de embarazo. Hoy Katherine es testimonio del valor de la donación de órganos, ya que ella y su hijo sobrevivieron a una historia que parecía trágicamente irreversible.
Son dos ejemplos muy similares, pero con finales tan dramáticamente diferentes: idéntica enfermedad, casi la misma edad, ambas madres de comunas vecinas. Pero mientras hoy la familia de Paulette llora su deceso, Katherine está convertida en una ejemplar emprendedora, que lucha por su familia.
Considerando que de una persona se podrían procurar hasta ocho órganos, los 134 donantes chilenos del año pasado permitieron efectuar 348 trasplantes”.
Pese a las modificaciones en la Ley de Donación de Órganos, aún nuestro país está muy atrasado. Según cifras de la Corporación del Trasplante, el año pasado el 51% de las familias consultadas para donar los órganos de un ser querido dijo que no. Y es que, incluso con la nueva figura del donante universal -cualquier persona es potencial donador de órganos, a menos que exprese lo contrario en vida- todavía la decisión final recae en sus familiares sobrevivientes.
¿Quién podría detenerse a razonar sobre la importancia de este acto de amor y vida, en medio del dolor por la pérdida de un ser amado, generalmente en trágicas circunstancias? Porque recordemos que el donante debe ser declarado con muerte cerebral. El año pasado fueron solo 134 familias, 14 más que el 2015. Una cifra más clarificadora indica que en los últimos 18 años, solo en el 2006 superamos los 150 donantes. Esto nos da una tasa de 7,8 donantes por cada millón de habitantes, que son nada si los comparamos con los 40,2 de España o Croacia.
Quizás para convencerles sirva decir que actualmente cerca de tres mil chilenos esperan un trasplante y que en los últimos tres años, tal como Paulette, unos 420 compatriotas han muerto en esa espera”.
Considerando que de una persona se podrían procurar hasta ocho órganos, los 134 donantes chilenos del año pasado permitieron efectuar 348 trasplantes. Nuestro Servicio de Salud Viña del Mar – Quillota es el con más donantes efectivos (11) y el órgano más trasplantado es el riñón, con 222 intervenciones, aunque en algunos casos provienen de donantes vivos.
Pero todas estas cifras solo sirven de marco referencial. Lo que realmente importa es generar conciencia en nuestra sociedad respecto a que la donación de órganos puede salvar vidas y hacer que un ser querido fallecido siga existiendo en el cuerpo de alguien que lo necesita. Desde hace años en “El Observador” estamos en esa lucha, primero motivando a los notarios de la zona para facilitar las declaraciones juradas de donante y actualmente, contándole a usted -con noticias y también con avisos- sobre el valor de ser donante.
Es que creemos que solo así conseguiremos que las familias dejen de negarse a la procura de órganos, a veces, incluso contraviniendo la voluntad del fallecido. Quizás para convencerles sirva decir que actualmente cerca de tres mil chilenos esperan un trasplante y que en los últimos tres años, tal como Paulette, unos 420 compatriotas han muerto en esa espera.