Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”
Algo está fallando muy adentro del alma de los chilenos. Nada nos asombra y nuestra seguridad es cada día peor. Pasan los elefantes en patines -incluso haciendo piruetas- y parece que nadie se diera cuenta. Como si fuera normal ver pasar a los elefantes…
El Presidente Boric se atreve (¡cómo no va a haber nadie que le tape la boca!) a decir que no hay ningún problema en salir a caminar por las calles del centro durante la noche. Y se burla de los chilenos que vivimos asustados, de los que cierran los negocios a las seis de la tarde, de los que temen que en cualquier día y a cualquier hora los asalten en su casa estando ellos adentro. Boric anda siempre como con 20 funcionarios fiscales que lo protegen, además de varios vehículos, que ya están aburridos que se vaya en bicicleta a La Moneda porque deben armar un tremendo operativo de seguridad y de muchas otras salidas de libreto que han sido un desastre. A la diputada Maite Orsini le acaban de robar el celular en la calle y a plena luz del día. Las calles cada vez están más peligrosas. Faltan carabineros para que vuelvan las antiguas rondas por los lugares concurridos.
Lo peor de todo es que los delincuentes saben que no les va a pasar nada. Un ejemplo de esta semana, que publicamos en la página 3 de esta edición. En Villa Alemana un delincuente se robó un auto, Carabineros lo persiguió y cuando lo iban a detener primero trató de atropellar al funcionario y después sacó un arma de fuego para dispararle. Fue entonces cuando el carabinero le disparó en defensa propia, dándole muerte. ¿Quién era el delincuente? Tenía 19 años y un prontuario con 31 detenciones, muchas por robo con violencia, homicidio frustrado, robos de autos y otros tantos delitos. ¿Cómo puede a esa edad tener ya 31 detenciones? Si la justicia lo hubiera encarcelado, no habríamos arriesgado la vida de un carabinero en manos de un delincuente.
En Quillota ya van cuatro desalojos en propiedades ocupadas como guaridas por los delincuentes. Entre ellas el ex cuartel de Carabineros, que se convirtió en nido de ratas peligrosas. En todos los desalojos ha participado activamente el municipio. En la última “acción de limpieza”, en la construcción sin terminar de la Dirección Provincial de Educación, que se encuentra abandonada, llegaron las autoridades y se encontraron con un delincuente indiferente que no tenía ganas de hacerle caso a “esa gente”. ¿Quién era el tipo? Un delincuente con 14 detenciones anteriores, sin que por ninguna lo hayan podido mantener en la cárcel. Esa es la gente que anda suelta en nuestras ciudades, robando y asaltando, sin temor a que las policías les puedan caer encima, porque después la justicia los dejará libres.
Como contraparte está la trágica historia del soldado Carlos Robledo, que hizo el servicio militar a los 17 años (autorizado por su madre) y que en octubre del 2019 fue enviado junto a una patrulla a contener el saqueo del mall de La Serena. El jefe de la patrulla ordena disparar los fusiles que tenían balas de fogueo y de guerra. Resultado: uno de los que estaba saqueando el mall muere. El conscripto es condenado a 10 años de cárcel por presunciones de los jueces, basadas en videos y grabaciones de sonido. El soldado defendía el orden, los que estaban al frente de él estaban ejerciendo la violencia y robando. Y nadie se asombra y el conscripto está tras las rejas.
Por lo tanto, si los políticos quieren que los militares salgan a la calle a ordenar lo que ellos mismos desordenaron, primero deben indultar a los numerosos soldados que están encarcelados por cumplir órdenes y por tratar de imponer el orden en medio del caos incontrolable.
Los políticos deben aplicarse a legislar en serio para darles garantías a los que defienden el orden en el país. Sin seguridad no habrá nada, ni siquiera la democracia con la que tantos se llenan la boca.
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