Por: Mariana Arancibia Heger
Jefa carrera Obstetricia
Escuela Ciencias de la Salud
Universidad Viña del Mar
OPINIÓN.- La atención del parto en casa fue una práctica habitual por siglos en la historia de la humanidad; en esos momentos pretéritos las tasas de morbimortalidad materna y perinatal eran elevadas y difíciles de revertir. En ese escenario emerge la institucionalidad del proceso de parir y nacer como respuesta a la situación epidemiológica, logrando alcanzar una reducción significativa en morbimortalidad materno-perinatal. De esta manera la atención del parto fue progresando, alcanzando en las últimas décadas casi el 99, 9% de partos atendidos en instituciones de salud en Chile.
Hoy vuelve a la palestra el parto en casa como una alternativa, desconocemos los móviles de las personas para optar por esta opción; ¿retomar prácticas naturales?, ¿evitar la medicalización, la patologización del proceso y prácticas de violencia obstétrica?,¿reconocer este proceso como parte de la vida familiar?, sabemos que es una práctica que va en aumento y que no se encuentra regulada en nuestro país.
Por otra parte, la violencia obstétrica (VO) es un problema en la atención de las mujeres en el proceso de gestar, parir y nacer, esta se produce cuando se suman violencia de género y mala praxis médico/sanitaria. Se trata del tipo de violencia ejercida por parte del personal sanitario sobre los cuerpos de las mujeres y su vida reproductiva, principalmente embarazo, parto y postparto, mediante un trato deshumanizado, abuso de medicalización y patologización de los procesos fisiológicos inherentes. Por otra parte, estudios observacionales sugieren que el parto domiciliario reporta menores intervenciones, y no se asocia a alteraciones del resultado perinatal en multíparas; mientras que para primíparas el parto domiciliario resultaría en menores intervenciones, pero a expensas de un peor resultado perinatal. Es así como el parto domiciliario se recomendaría para gestaciones fisiológicas o de bajo riesgo, de tal manera que no es admisible para cualquier mujer.
La Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología y su rama de medicina materno fetal, no recomienda la programación de partos en el domicilio, sino que en la seguridad de un recinto hospitalario. En esos sitios, también es posible reducir el número de intervenciones médicas que no sean indispensables, y crear un ambiente confortable para las parejas, que simule la paz y tranquilidad de un hogar, pero con la seguridad necesaria para obtener un recién nacido y madres saludables. La tasa de cesáreas y de inducciones no justificadas médicamente debe disminuir en nuestro país, pero la programación del parto en el domicilio no es el camino correcto para lograrlo.
Finalmente, dentro de esta observación, se puede aseverar que las mujeres que optan por parto en casa aún son una minoría y en general ellas y sus familias, se caracterizan por conocer, comprender y posicionar sus cuerpos y sus saberes ancestrales a la vivencia en el hogar, que parecen optar por repetir, una vez vivida la experiencia de un primer parto en casa y familiar.