Allí se escondía el multiple homicida Carlos Herrera Jiménez y otro ex CNI que enloquecido murió en el lugar cuando reventó la escopeta que llevaba para “defenderse de sus fantasmas”.
LA CRUZ.- Una década de abandono estampó diversos daños en las viviendas de una parcela en Pocochay, que fue utilizada como escondite por ex agentes de los equipos de represión de la Dictadura Militar, la que fue comprada por particulares recientemente.
A los inicios de los años 90 el recinto alcanzó notoriedad pues ahí se ocultó el agente y ex capitán de Ejército, Carlos Herrera Jiménez, quien actuaba con la chapa de “Bocaccio” y había iniciado su actividad represora a los 22 años, en Pisagua. Actualmente se encuentra cumpliendo condena en Punta Peuco por el asesinato del líder gremial Tucapel Jiménez, además de otros homicidios de opositores, incluso con algunas víctimas de la Región de Valparaíso.
El Agente pretendía dar su testimonio públicamente por los asesinatos que había cometido y su intención de pedir perdón a los familiares de las víctimas. Es por eso que una investigación de “El Observador” dio con la inscripción de la propiedad -la cual estaba a nombre de su esposa- en los archivos de la Dirección de Obras de La Cruz.
Sin embargo, antes de que eso sucediera Carlos Herrera Jiménez fue llevado hasta Argentina y luego a Uruguay, donde se le ha tratado de involucrar en el crimen del químico de la DINA, Eugenio Berríos, quien apareció muerto en una playa de ese país. De regreso de Argentina, fue detenido por ingreso ilegal y trasladado a Santiago, donde inició un proceso de dar a conocer sus crímenes, pedir perdón y exigir que las jefaturas institucionales de la Dictadura asumieran su responsabilidad.
Entretanto, la parcela de Pocochay había quedado desocupada, hasta que a mediados de los 90 llegó a residir en ella otro agente de la dictadura, quien sufría problemas sicóticos. Esto le hacía salir a vigilar los altos muros de la parcela, para defenderse de supuestos enemigos. En una de esas oportunidades, hundió los cañones de su escopeta en el lodo de una acequia, en el momento que por accidente apretó el gatillo, lo que hizo que el arma explotara y le destruyera las arterias de una de sus piernas.
Pese a que varias empresas de corretajes hicieron gestiones para su venta, la propiedad estuvo muchos años sin generar mayor interés, logrando venderse hace un tiempo. El terreno, al parecer, será utilizado para habitarlo y realizar trabajo agrícola.