Roberto Silva Bijit
En la reconocida encuesta CEP, la última realizada, Joaquín Lavín alcanzó 56 puntos de evaluación positiva, quedando como el mejor evaluado de todos y a 18 puntos de distancia de su más cercana competidora, que es nada menos y nada más que Michelle Bachelet, que alcanzó 38 puntos, siendo la mejor evaluada de todas las personas de la centroizquierda chilena.
Llama la atención que después de tantos ataques, burlas y comentarios perversos, tengamos a Bachelet otra vez como la mejor posicionada. Desde el comienzo del gobierno de Piñera muchos de sus ministros han cometido el grave error de mantenerla en muchas de sus referencias, tanto así que hay quienes han dicho que Piñera ha sido el principal abanderado para “Bachelet 3”, lo que ya es increíble. El último ataque fue tratar de disminuir la importante misión que cumplió en Venezuela, pidiéndole que entrara a las cárceles, olvidándose que en nuestro país el gobierno pasó años sin poder ingresar a diversos sectores de cárceles donde los narcos habían construido su paraíso tras las rejas.
Pero lo que olvidan es que Bachelet es la primera mujer presidenta de Chile, la primera también en repetirse en el cargo (después de Arturo Alessandri) la primera comisionada de ONU Mujeres y la primera comisionada de ONU Derechos Humanos, a nivel mundial. No recuerdo a ninguna otra mujer chilena en cargos de esta envergadura… y deben existir miles que quisieran estar en su lugar. Los errores que cometió en su segundo gobierno, no lograrán desarmar su obra como gobernante.
Pero por otra parte, que ella sea nuevamente la figura mejor calificada de la centroizquierda, demuestra la absoluta falta de liderazgo del sector y la profunda crisis política en que se encuentran, desordenados y con corrupciones que han llegado hasta la narcopolítica, como lo prueban los escandalosos comicios del Partido Socialista. Hasta ahora, una izquierda sin conducción, que no convence como una alternativa de gobierno.
El caso de Lavín es un fenómeno porque ha demostrado que hacer política es estar pensando en la gente, conversando con la gente, escuchando lo que quieren. Ya no se trata de hacer política tomando medidas desde arriba. Siendo alcalde UDI no tiene problemas en hacer una farmacia popular ideada por un alcalde comunista. Preocupado por los ciclistas, por los peatones con modernos cruces de calles, con métodos nórdicos para el control de las drogas, con hacer hostales estilo japonés para que las personas de calle puedan tener privacidad, incluso dormir con sus parejas o sus mascotas.
Cuando el año 2000 estuvo a unos puntos de ganarle a Ricardo Lagos la presidencia de la República, su discurso fue también criticando a la clase política, que anda siempre muy lejos de interpretar a la ciudadanía, que tiene preocupaciones que no resuelven lo que las familias quieren. Muchos lo ven como el gran alcalde de una gran comuna llamada Chile.
Ahora Lavín ha dicho frases como estas: “La gente valora la moderación y la prudencia. Hoy la sociedad chilena está mucho más centrada y moderada que sus propios políticos. La clase media actual es hija de los colegios particulares subvencionados, de las universidades privadas y del crecimiento de los últimos 30 años. Hoy, el nieto le pide a la abuelita que se endeude para comprar un computador en cuotas o pagar la universidad. Son familias extendidas, pero con mucho temor porque esencialmente no quieren perder lo ganado. En el futuro, se necesita un gobierno que tranquilice, que apacigüe los ánimos, que restablezca lo más posible la amistad cívica, que SE DEDIQUE BASICAMENTE AL ACCESO A BIENES PUBLICOS DE CALIDAD. Esa es la esencia. Y esta clase media por su magnitud, es la que elige a los gobierno de Chile”.
Mientras tanto, los parlamentarios en el Congreso se encuentran trabajando afanosamente para realizar un profundo cambio en el membrete de su papelería: ahora dirá “Diputadas y Diputados”.