Cecilia Tapia cuenta cómo lograron una nueva cirugía para Carlos
QUILLOTA.- Cecilia Tapia Jorquera tenía apenas 20 años cuando conoció a su actual pareja, Carlos Inostroza, quien entonces tenía 26. Ambos trabajaban en el fundo El Guindo, donde él construía naves y ella se desempeñaba en labores agrícolas. “Cuando lo vi, lo encontré lindo” cuenta Cecilia risueña.
Por eso, a poco andar iniciaron una relación que ya se empina por sobre los 25 años de convivencia y que dio un hijo como fruto de este amor, que se sumó a una hija que Cecilia había tenido de una relación anterior.
Pero el amor pone pruebas a lo largo de la vida y eso fue lo que le pasó a esta pareja, cuando hace unos años a él se le presentó un doloroso problema de salud.
“Carlos se enfermó en el 2009 y empezamos a gastar mucho dinero en su tratamiento. Nosotros teníamos un almacén y nos gastamos toda la plata del negocio en tratar de saber qué era lo que tenía. Primero pensaron que era una trombosis, después dijeron que era cáncer, luego hablaron de un varicocele. Cuando me quedé sin plata, fuimos con el doctor Isuasti, del consultorio de San Pedro, quien gestionó unas radiografías con el doctor Moscoso de Limache y así supimos que tenía artrosis de cadera y un tumor bastante grande”, recuerda Cecilia.
Con el diagnóstico listo, a Carlos pudieron operarlo y colocarle una prótesis que -se esperaba- le duraría al menos 15 años, pero las vicisitudes de su trabajo hicieron que durara mucho menos, al punto que se le quebró.
“Como ya le habían puesto una prótesis, era muy difícil que volvieran a darle otra por el sistema público y operarlo de nuevo salía siete millones de pesos”, explica.
Pero a veces la suerte parece sonreír, pues los doctores Alejandro Rojas y Gedeón Améstica lograron que ingresara a un programa experimental y así pudo ser operado en el Hospital Clínico de Viña del Mar, a través de una gestión del Hospital G. Fricke.
“Ingresar a Carlos para una nueva operación significaba quedar en una lista de espera de más de 300 personas. Por eso la opción era esperar a ver si había algún doctor que quisiera operarlo y tuviera un pabellón disponible y en eso el doctor Wegmann se ofreció para operarlo, programaron la cirugía para el 13 de marzo y salió muy bien”, explica Cecilia.
Y como guinda de la torta, los gastos que debieron asumir fueron mínimos, pues 1, concluye esta sampedrina que hoy está muy agradecida de todos quienes los ayudaron.