Esta emocionante historia muestra cómo la saga de la Guerra de Las Galaxias, a 40 años de su estreno, une más allá del cine
Omar Araya es diseñador y desde siempre ha sido fanático de la saga. Esta es una pasión que lo une con su hijo. Pero además hay otro vínculo profundísimo: ambos son trasplantados de riñón y han vivido como pegados por un calco una historia que, un día, juntó su amor padre – hijo; las luchas incansables por su salud y la pasión por “Star Wars”. Éste es su testimonio en primera persona.
“Cuando se estrenó El Despertar de la Fuerza el 2015, apenas salió la venta de entradas online en Octubre, las compré para mi hijo Lukas y para mi, antes de saber que tenía rechazo a su riñón trasplantado.
En noviembre, comenzó a estar hospitalizado en el Calvo Mackenna semana por medio, hasta enero de 2016, en tratamientos contra el rechazo. Justo la semana del estreno, se tuvo que hospitalizar. Era un lunes y no sabían cuándo saldría de alta (las entradas eran para el viernes).
Todo el hospital sabía que Lukas era fan de Star Wars y que habíamos comprado la entrada del estreno. Lukas respondió bien al tratamiento e increíblemente salió de alta el miércoles. La alegría era transversal para la gente del hospital y para nosotros”.
Ese mismo día llegamos a Viña, pero el jueves despertó con dolores de espalda y cabeza que no lo dejaba levantarse. Así estuvo todo el día. Cuando llegué en la noche, se puso a llorar y me pedía perdón porque no iba a poder ir a ver la película. Me dijo que fuera solo. Le dije que no. Que, si no íbamos los dos, no valía. Al otro día despertó mejor, pero no estaba en condiciones de ir al cine.
La función era a las 19:30. Esperé hasta las 18:00, para ver cómo seguía, pero no hubo caso. Al final fui al cine con la intención de que me devolvieran la plata, pero justo apareció un papá con su hijo a ver la película y sin entradas. Así que se las regalé. Debo confesar que, con un dolor inmenso, pero era lo que había que hacer.
La película la pudimos ver en Enero, un mes después y horas antes de que Lukas se hospitalizara para un nuevo tratamiento.
El año pasado, para el estreno de ‘Rogue One’, yo estaba sin trabajo y con una depresión que me tenía en el suelo por todo lo que le había pasado a Lukas. Mi hermana nos compró las entradas para el estreno en la noche, a las 0:05 horas. Fue uno de los mejores días de nuestras vidas. Al contarlo aún me emociono. Salimos felices. Yo lloré en varias partes de la película y fuimos los últimos en salir del cine. Por estas cosas amo Star Wars y soy un orgulloso nerd/friki/ñoño o como quieran llamarme”.
La función era a las 19:30. Esperé hasta las 18:00, para ver cómo seguía, pero no hubo caso. Al final fui al cine con la intención de que me devolvieran la plata, pero justo apareció un papá con su hijo a ver la película y sin entradas. Así que se las regalé. Debo confesar que, con un dolor inmenso, pero era lo que había que hacer.