Roberto Silva Bijit
Arriba de una locomotora a vapor, en el Museo Ferroviario de Quinta Normal, se firmó el mandato entre Ferrocarriles y el MOP, para avanzar en los estudios para construir vías para trenes rápidos que unan Santiago con Valparaíso.
Entre febrero y abril de este año, dos empresas privadas manifestaron su voluntad de participar en la licitación para concesionar el tren.
Una empresa es el consorcio TVS, conformado por Sigdo Koppers y China Railway. Proponen el trazado 1 en el mapa inferior, que va de Santiago a San Antonio y mediante otra vía va a Casablanca para llegar a Viña del Mar y Valparaíso.
La otra propuesta es de un consorcio que integra a la naviera Agunsa de Valparaíso y que propone el trazado 2 en el mapa, que va desde Santiago al aeropuerto, siguiendo a Lampa, Til Til y llegando a Limache, para seguir hacia Viña del Mar y manteniendo el desvío desde San Pedro a Ventanas.
El trazado 1 es para los santiaguinos y el trazado 2 es para nuestra región, dejando en nuestra zona la conexión con Limache, que nos acerca por tren a Santiago. Es evidente que el trazado 1 es hijo del centralismo y el trazado 2 es hijo de la descentralización.
Por eso creemos que los anuncios del tren rápido entre Santiago y Valparaíso encierran algunos mensajes que es necesario ordenar y explicar.
Representan una vez más, la decisión centralista y antirregiones que desde hace 200 años viene impulsando la capital sobre las provincias.
Lo que el gobierno quiere, a través de la Empresa de Ferrocarriles del Estado (EFE) es construir un tren rápido de carga que una Santiago con San Antonio, para seguir reforzando la idea que San Antonio es el puerto de Chile, despreciando a Valparaíso. Tanto es así que EFE tiene un Plan B por si no resultan las propuestas, para reforzar el proyecto Puerto en Gran Escala de San Antonio. El presidente de EFE declaró que “siento que la ciudad de Valparaíso no tiene tanta vocación portuaria hoy”. El puerto de Santiago ya le quitó hasta los cruceros.
Y lejos lo peor de todo es que sin tapujos, EFE declara que estos trenes no tienen sentido para pasajeros, porque costarán el doble que los buses. Un pasaje Santiago-Valparaíso en bus vale ida y vuelta $ 5.000, mientras que un pasaje en tren rápido costaría $ 10.000.
Con esos cálculos manifiestan que esos anuncios se tratan de TRENES RÁPIDOS DE CARGA y no trenes para los pasajeros. Hablen claro. Esto aunque los consorcios proponen carga y pasajeros.
Además, pareciera que los parlamentarios de la zona no entendieran la jugada santiaguina de llevarse el tren a San Antonio, esquivando nuestra zona, y muy ingenuamente celebran la decisión y expresan su alegría por los acuerdos entre EFE y el MOP.
Es urgente que los parlamentarios y los alcaldes puedan descubrir estas claras intenciones y promuevan el trazado 2, que sin duda refuerza nuestra zona y que podría transformarse en un gran impulso al desarrollo y a combatir el desempleo.
Si un tren rápido a 200 kilómetros por hora podría unir en 45 minutos la capital con el puerto de Valparaíso, nosotros desde Limache podríamos llegar en 30 minutos al aeropuerto, es decir, a Quilicura, la comuna con mayor cantidad de industrias y empleo en la zona central de Chile.
Como si fuera poco, el Ministerio de Obras Públicas dice que a fines de año podría tener definido cuál de los dos proyectos se lleva a licitación. ¡Eso es urgencia! Nosotros vamos a esperar hasta el 2026 por una extensión de 26 kilómetros entre Limache, Quillota, La Cruz y La Calera.
Todo lo santiaguino tiene prioridades. Si los mapuches vivieran en torno a Santiago el problema ya estaría resuelto y a la tercera quema todo arreglado. El Presidente Piñera dibujó con palabras el extendido mapa del metro de Santiago en su cuenta pública y anunció nuevas líneas, nuevas estaciones, nuevos millones de dólares para la capital.
La extensión Limache – La Calera sigue avanzando, pero a paso de tortuga, pues la liebre se fue a vivir a Santiago.
Necesitamos más presencia de las regiones en el poder central para que las decisiones tengan una visión país, no una visión capital.
Necesitamos mirar a Chile como las águilas, desde arriba, y no como los ratones, desde abajo.