Todos los problemas medioambientales tienen un desarrollo que, en la mayoría de los casos, resulta muy complicado de pronosticar. La instalación de una industria siempre contamina y la única manera de convivir con ella es que sus directivos asuman que deben cumplir normas que regulan su funcionamiento, para no ser peligrosas para la salud de la gente.
De las 19 empresas que operan en la zona Quintero – Puchuncaví, cinco de ellas decidieron voluntariamente reducir sus operaciones: Codelco Ventanas, Enap Quintero, AES Gener, GNL Quintero y Oxiquim. Una decisión que demuestra que se encuentran con voluntad de contribuir a mejorar la crisis.
Esta situación podría seguir complicándose y dispararse de un modo que nadie podría precisar. Puede haber más cierres, despidos, paralización de faenas, reducciones de personal, todo lo cual también traerá aparejadas otras complicaciones.
La gran fábrica Rayón Said en Quillota pasó más de 40 años dándole trabajo a miles de operarios, sin embargo, no estuvo dispuesta a reducir sus índices de contaminación. Primero cerró la Planta de Ácido Sulfúrico, después la de celofán y finalmente cerró la empresa. Hoy día funciona en ese lugar la fábrica de cuadernos Torre, que además hace muchos otros productos de oficina y escolares.
A la centenaria fábrica de conservas Centauro, de Bozzolo Hermanos, se le pusieron muchos problemas por la eliminación de residuos vegetales en Quillota, exigiéndole una millonaria inversión para controlarla. Al no poder hacer esa modernización, la planta se trasladó a un sector rural de Hijuelas, donde sigue en pleno funcionamiento.
La antigua planta de Enami, hoy Codelco Ventanas, es un modelo en Chile de inversión en descontaminación. Apenas comenzaron los gobiernos democráticos, comenzó también la preocupación medioambiental (antes estaba prohibida, nadie se atrevía a reclamar) y el Estado de Chile casi llegó a 200 millones de dólares de inversión solo en descontaminar, en una primera etapa. La fundición tenía problemas y fue vendida a Codelco en medio de sus deudas. A ese lugar llega por tren el cobre desde Saladillo. A Quillota llegó primero una termoeléctrica y ya van cinco.
Todo el mundo avanza hacia energías limpias y renovables como la eólica y la solar, que en corto tiempo deberán reemplazar al petróleo. Sin embargo, lo que ya está claro es que el carbón tiene fecha de vencimiento y no debiéramos permitir que ninguna empresa lo utilice por su alto grado de contaminación.
Hay otros casos, en que el entramado entre la empresa y la comuna no se puede desarmar, como ocurre con Cemento Melón de La Calera y la Refinería de Concón, en que no se sabe con mucha precisión quién apareció primero, si la industria o la ciudad, pues han vivido una historia de muchos años juntas. En esos casos la búsqueda de convivencia obliga a inversiones y acomodos que en otras partes puede que no sean logrados por la falta de compromiso de los habitantes de un lugar con la empresa, en otras palabras, es la industria donde trabajaron abuelos y padres y todavía trabaja gran parte de la familia.
Todo puede cambiar en estas zonas donde se intoxica el aire, la tierra y el mar, todo puede derivar en situaciones impredecibles. La gente puede abandonar Quintero y Puchuncaví y comenzar un receso de todo tipo. Las industrias que no puedan asumir los planes de descontaminación tendrán que cerrar. Las maravillosas playas no tendrán turistas, al igual que los hoteles, residenciales, restaurantes y eventos. Menos alumnos, menos colegios. Menos de todo sin que nadie pueda evitarlo, lo cual podría reducir la cantidad de gente, al reducir la calidad de vida.
Nadie puede pronosticar con cierta certidumbre lo que va a ocurrir en estas zonas aplastadas por tan variada, intensa y peligrosa contaminación.