Roberto Silva Bijit
“Debemos preocuparnos por conservar lo que queda de nuestra arquitectura quillotana: el muro continuo, los antiguos y distinguidos balcones, las dos casas con pilar de esquina que aún resisten, además de volver a valorar el casco histórico de la ciudad, espacio fundacional que guarda la memoria histórica de la ciudad”, planteaba el conocido y destacado arquitecto quillotano, César Ramón Órdenes Loyola.
Este es mi homenaje de gratitud al artista que diseñó el primer logotipo del diario.
Había nacido en el barrio estación, el 6 de junio de 1942, hijo del inspector de vías de Ferrocarriles del Estado, Ramón Órdenes Morán y de Lorenza Loyola Valencia, que tuvieron tres hijos: César Ramón, Cecilia y Ricardo. César estudió en el Instituto Rafael Ariztía y después se fue a la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Chile en Valparaíso (hoy UV), titulándose de arquitecto, para ingresar inmediatamente al Ministerio de Vivienda, en el que prestó servicios por largos años (entre 1974 y 2006), en Iquique, Santiago, Talca, Valparaíso y Quillota, donde tuvo a su cargo por mucho tiempo la Delegación del Serviu. Fue autor de muchísimos proyectos arquitectónicos de casas y edificios, como las primeras instalaciones de la Zofri en Iquique, parte del diseño del edificio Diego Portales (ex Unctad) en Santiago, participó en el diseño del Parque Aconcagua y fue inspector del nuevo edificio del Club Unión Árabe de Quillota, diseñado por el arquitecto Daniel Jadue, actual candidato presidencial.
Vivió hasta el año 1973 en las casas que estaban al interior del recinto de la estación de trenes de Quillota. Después se casó con la quillotana Margarita Benavides Gómez, con quien tuvo dos hijos: Cristian que es arquitecto y Paul que es ingeniero en informática.
Después de jubilar ayudó a decenas de familias quillotanas a regularizar sus títulos, ampliar sus propiedades y diseñar nuevas edificaciones. Había transformado los cafés del centro en su oficina y allí recibía y conversaba animadamente, ya sea con quienes necesitaban sus servicios profesionales o con sus numerosos amigos que conocían su entusiasmo por conversar, especialmente sobre Quillota, esta ciudad a la que amó con verdadera pasión.
Yo lo conocía porque era compañero de mi hermano Leopoldo y siempre tuvimos una gran relación de amistad, que mantuvimos activa durante toda su vida. Mientras preparaba su examen de título, una noche de un fin de semana a mediados de septiembre de 1970, César Ramón Órdenes, “Tuto”, como lo conocíamos sus amigos, dibujó las letras y la figura que caracterizó los primeros años del diario en su portada.
Tres años antes, en 1967, Quillota cumplió 250 años y yo publiqué mi primer libro, cuando tenía 18 años. Se llamó ‘Paginas para Quillota’ y César Ramón Órdenes hizo la ilustración de la portada, en tono moderno y con elementos tradicionales de la ciudad.
Siempre mantuve con él una conversación sobre Quillota, ciudad de la que tenía mucha opinión. Fue entrevistado por diversas razones y en varias oportunidades envió comentarios sobre obras o situaciones urbanas. Es una gran pérdida para Quillota que haya partido este arquitecto que siempre estaba soñando con una ciudad mejor para todos.
Murió el lunes pasado en la mañana, después de meses de combatir con un maligno cáncer. Su hermana Cecilia se vino de Estados Unidos para cuidarlo y sus hijos lo acompañaron hasta el final. Fue sepultado en el cementerio de El Mayaca, donde sus seres queridos lo despedimos con afecto y emoción, recordando su alegría de vivir y su bondad como ser humano.