Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”
Cuentan los que venían del norte minero, que en Chuquicamata había un muy moderno hospital, propiedad de una compañía norteamericana, pero que llegada una determinada fecha de uso, decidieron construir uno nuevo y tapar con material de relave todo el hospital, que se fue cubriendo con las descargas que caían desde los camiones. También decían que cuando mataban a alguien en alguna pelea de cantina, lo dejaban al borde final del relave, para que las descargas de material lo escondieran para siempre.
Por alguna razón que nunca entenderemos, los estadios de Quillota y La Calera fueron demolidos y sobre ellos se construyó un nuevo recinto deportivo. Si hubieran buscado otro lugar, esas ciudades tendrían dos estadios, permitiendo ampliar las prácticas deportivas, consolidando canchas de atletismo e incorporando nuevas tecnologías y disciplinas.
Por suerte en Quillota no se construyó el nuevo hospital sobre el terreno del antiguo y se produjo el milagro de salvación de un edificio construido para ser centro asistencial, que está completamente equipado y que puede seguir trabajando. Lo mismo pasará con el Hospital de Quilpué y de otros lugares del país.
¿Qué hacer con los hospitales antiguos?
Hay mil respuestas. Son más grandes que los consultorios, tienen mejores instalaciones, resulta absurdo pensar que no sigan trabajando en salud, especialmente cuando sabemos lo profunda que es la crisis de salud en Chile desde hace más de 30 años.
El problema es el abandono. Por ejemplo, la Comisaría de Carabineros de Quillota fue abandonada, siendo un edificio moderno, de sólida construcción, con equipamiento especializado, como son los calabozos. Hoy en día, el lugar que arrienda el Estado para Carabineros a la espera de una comisaría que solo está en unos borradores del Ministerio de Obras Públicas, no tiene calabozos, por lo tanto, a un detenido hay que llevarlo a La Calera para que quede preso. Una gran debilidad del sistema de seguridad, que tanto nos complica a todos los chilenos.
En vez de darle inmediatamente otro uso, el abandono dejó ingresar a los delincuentes, que como en una película de terror, transformaron la comisaría en su propia guarida.
Ya construido en otro lugar el imponente Hospital Biprovincial Quillota-Petorca, las autoridades de salud, especialmente la directora del Servicio de Salud Viña del Mar – Quillota, Andrea Quiero, tomó la inteligente decisión de entregar parte del antiguo edificio del Hospital San Martín, a la municipalidad de Quillota para la creación de un Centro para el Adulto Mayor. Un gran logro. Un verdadero modelo de gestión para el país, porque las estadísticas indican que la consulta de emergencia en un hospital tiene casi un 60% de adultos mayores y con la creación de un espacio que los atienda en forma especial -entendiendo que son adultos mayores- cambia completamente el destino de la salud de los pacientes en una gran zona.
El triunfo es de los pacientes, pero el gran logro tiene dos figuras en nuestra comuna. Primero el ex alcalde Luis Mella, que desde hace ya muchos años viene planteando esta opción y buscando una atención preferente para los adultos mayores, como lo demuestra su magnífica Casa de Acogida, también modelo nacional para un tipo más afectivo de salud municipal, cercano a las familias, comprometido con los que tienen menos oportunidades de una buena atención. Y en los dos últimos años la gestión del alcalde Oscar Calderón que, formando dupla con Luis Mella, lograron el nuevo contrato de comodato para el nuevo hospital.
Lo que viene ahora podría ser maravilloso, porque el Estado podría usar los desocupados quirófanos del San Martín para disminuir las listas de espera, porque se podrían implementar muchos otros servicios en el noble edificio, que por más de 70 años contribuyó a la sanación de miles y miles de habitantes de la zona.