Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”
La percepción general, tal como lo demuestran las encuestas, es que cada vez se ha ido complicando más el texto de la nueva Constitución.
La primera razón es que han enfrentado a muchos sectores del país con una visión demasiado extrema, lo que ha motivado que aparezcan profundos rechazos.
He aquí una pequeña lista: una serie de medidas para hacer cambios peligrosos en el Poder Judicial. Proponen la desaparición del Senado de Chile, que tiene 200 años de trayectoria. Tratan de dejar en iguales condiciones a los partidos políticos que a los movimientos independientes, lo cual hace inmanejable el sistema de gobierno. Le ponen cortapisas a los medios de comunicación, (diarios, radios y televisión) que siguen siendo defensores de la libertad de expresión, la madre de las demás libertades. Complican a la minería y a la agricultura, dos fuentes fundamentales de trabajo estable. Afectan la libertad religiosa en la educación, dejando a los padres en una posición incierta respecto de sus hijos. Hacen cambios en la educación de los estudiantes de medicina. Abren espacios a etnias indígenas que tienen muy poca representación. Fijan un estado plurinacional, es decir, donde conviven “distintos países o naciones”, lo que debilita la estructura del Estado de Chile, ya que hablan de autonomía y autogobierno, conceptos que no caben en nuestra institucionalidad.
La lista es larga y los plazos son cada vez más cortos. Tiene plazo hasta el 4 de julio, después viene un período de promoción del Apruebo y el Rechazo a través de miradas al texto definitivo de propuesta de nueva Constitución. Finalmente, votamos el domingo 4 de septiembre, histórica fecha para Chile.
Al comienzo nadie pensaba en el Rechazo, pero ahora ha crecido tanto la opción, que hasta el propio presidente Gabriel Boric ha dicho que revisará la situación de un posible triunfo del Rechazo.
En estos días el tema ha tenido un desarrollo que polariza a un punto impensado la nueva propuesta constitucional.
Me voy a referir solamente a un tema: los escaños reservados para indígenas en el Congreso.
Así como entendemos que fue una aberración que existieran “senadores designados” en la Constitución de Pinochet, (tanto así que el mismo general se “autoproclamó” senador vitalicio), entendemos también que es una aberración que existan cargos reservados para indígenas en el Congreso.
Por un lado, nadie debe llegar a un cargo de elección pública por secretaría, y por otro, esa decisión es la mayor confirmación que esta Constitución es una revancha, no un texto para todos, como estábamos esperando.
Esta fuerte sensación de que nos están proponiendo un tema con las mismas mezquindades que el dictador, es lo que ha hecho crecer el Rechazo y la que podría hacer que una mayoría les vuelva a decir a los constituyentes que queremos una nueva Constitución, pero no queremos la Constitución que nos están proponiendo.
Eso significaría que ratificamos la potestad del Presidente de la República y del Congreso Nacional, para redefinir una nueva Constitución para todo Chile. Eso es todo lo que pasaría si gana el Rechazo.
No puede haber escaños reservados en la nueva Constitución porque eso es repetir lo que hizo la Constitución de Pinochet con los senadores vitalicios.
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