“No hay presupuesto para nuevos proyectos ferroviarios”

Publicado el at 13/10/2017
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opinion de funador del diario el observador
Roberto Silva – Fundador de “El Observador”

Las declaraciones del presidente de la Empresa de Ferrocarriles del Estado, Germán Correa, son un balde de agua fría para muchas ciudades que están esperando que el tren les devuelva no sólo nostalgias, sino más progreso, más crecimiento, más seguridad en el transporte.

En la Provincia de Quillota la extensión del tren desde Limache a La Calera, pasando por Quillota y La Cruz, al parecer, quedará pendiente por muchos años.

En las provincias de Los Andes y San Felipe, las conexiones con Argentina a través del tren trasandino no cuentan con recursos para desarrollarlas.

La antigua aspiración de retomar la ruta Valparaíso-Santiago tampoco tiene presupuesto ni para continuar con su estudio.

La única salida a toda esta crisis de confianza en los trenes y al desinterés en invertir en proyectos ferroviarios por parte del Estado, será llamar a privados o extranjeros a que inicien un sistema de concesiones, similar al de las carreteras, para que nos devuelvan la dignidad ferroviaria perdida.

Los trenes generan una especial atracción en millones de personas de todo el planeta. Algo pasa con sus sonidos, sus ruedas de fierro, sus colores, sus aromas a humo negro o blanco, la velocidad que van adquiriendo, los ventanales que nos llenan los ojos de increíbles paisajes, la nostalgia de tiempos pasados, el recuerdo de viajes en un tren a vapor al sur o en un moderno automotor al Puerto.

Los trenes son un tema pendiente en Chile. Nos falta que de una vez por todas se puedan concesionar las líneas a alguna empresa especializada”.

Los trenes son una pasión. Recuerdo una vez a don Francisco en su programa de los sábados, entrevistando a un maquinista, que le dijo de memoria y sin parar, como si fuera una locomotora, los nombres de todas las estaciones entre Iquique y Puerto Montt. Cuando don Francisco lo felicita, el maquinista le dice que no ha terminado y comienza a recorrer, nombrando cada estación, los principales ramales de la extensa red ferroviaria chilena.

Es que gran parte del desarrollo se lo debemos al ferrocarril, ya que todo se movía en carretas hasta que apareció este animal de fierro, que echaba humo por las narices y corría sobre un riel. Fue en 1863 que se inauguró la línea que unía el primer puerto con la capital. Todo cambió, porque pudimos trasladar todo tipo de mercaderías, durante casi setenta años, hasta antes que aparecieran los camiones hacia 1920. Hubo hasta Ministerio del Ferrocarril y varios miles de empleados, que terminaban apasionados con su empresa, pegados para siempre con los trenes y su historia.

Los trenes son un tema pendiente en Chile. Nos falta que de una vez por todas se puedan concesionar las líneas a alguna empresa especializada, que nos brinde el servicio que este flaco país podría tener, con máquinas que crucen la mitad de la nación en cuatro horas, como ocurre en Europa.

Hemos dejado a los trenes en el olvido, hemos destruido las estaciones, hemos aplastado la historia fundamental que ellos nos ayudaron a escribir. Todas las estaciones de nuestras ciudades fueron por más de 150 años el lugar del encuentro y la despedida, de las risas y los llantos, el espacio más sentimental de nuestros pueblos.

Ha llegado la hora de devolverle al ferrocarril su gloria y su capacidad de servicio.


Foto principal referencial: panoramio.com
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