El pasado 25 de junio, se cumplió un año desde que el cuerpo de la joven de 23 años, Nicole Saavedra Bahamondes, fue encontrado en el Embalse Los Aromos de Limache. Por ello y porque aún no hay culpables, los días sábado 24 y domingo 25 de dicho mes, se realizaron actividades en Quillota para visibilizar nuevamente su secuestro, tortura y asesinato lesbófobo.
Quince días después, el domingo 9 de julio, se conmemoró por tercer año consecutivo en nuestro país, el Día de la Visibilidad Lésbica y Bisexual. La fecha fue escogida a modo de recordatorio del asesinato también lesbófobo de Mónica Briones Puccio, ocurrido ese día en 1984 y que, como en el caso de Nicole, no tiene culpables, y para destacar la conformación de la primera agrupación lésbica feminista en Chile, Ayuquelén (que mapudungun significa “la alegría de ser”), la cual se venía gestando desde de la participación de algunas de sus fundadoras en el Segundo Encuentro Feminista de América Latina y el Caribe realizado en Perú durante 1983.
Pero Mónica y Nicole no fueron las únicas recordadas durante estas actividades, ya que también estuvo presente María Pía Castro Castro, joven de 19 años que desapareció el 12 de agosto de 2008 y cuyo cuerpo fue encontrado quemado en un sitio abandonado cercano a la cuesta El Pangal de Limache y que hasta la fecha tampoco tiene culpables porque fue cerrado el 9 de abril de 2010. Casos aislados podrán afirmar algunos y/o algunas, pero la realidad es que se trata de una manifestación extrema de violencia que hace parte de un continuo que como mujeres nos afecta desde que nacemos hasta que por razones como las descritas anteriormente, dejamos este planeta.
Ser mujer en Chile es difícil, ser mujer y lesbiana, agrega una carga más. Ser ambas y pobre lo empeora y si a eso sumamos indígena, probablemente las opciones de alcanzar una vida plena se minimizan producto de que vivimos en una sociedad profundamente machista que se nutre de un sistema de dominación patriarcal. Sin embargo, resistimos y luchamos. Al principio solas, pero con el tiempo la sororidad se ha hecho presente y gracias a ella hemos ido entendiendo que exigir justicia y derechos no es una cuestión de orientación sexual sino algo inherente a cada ser humana.