No descuidemos nuestra salud mental

Publicado el at 12:48 pm
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Gabriel Abarca Armijo
Editor Diario “El Observador”

En ocasiones, cuando una persona le recomienda a otra visitar un psicólogo, la respuesta -casi automática- es “pero si yo no estoy loco”. Pues bien, convengamos que hay varios errores en dicha frase. De partida, conversar con alguien especializado resulta útil e incluso liberador. Muchas veces nos ahogamos en nuestros propios problemas y no somos capaces de buscar o encontrar soluciones, por lo que el consejo de un profesional puede ser de gran ayuda.

Pero, lo peor, es que hablar de locura con tanta soltura y sin una definición clara es irresponsable y hasta insultante en algunos casos. De forma coloquial, se ha tratado como loco a alguien que presenta variaciones en su estado de ánimo, problemas para adaptarse socialmente o que tiene sus facultades mentales perturbadas. Y lo cierto es que ninguno de estos problemas debe tomarse con liviandad.

Hay muchas enfermedades que afectan la salud mental, algunas más graves que otras, pero todas ellas requieren de atención especializada. Es que justamente son eso, enfermedades, igual que un resfrío o una diabetes. Por lo mismo, requieren un diagnóstico y un tratamiento. Y eso es lo que sigue costando, porque todavía hablar de salud mental pareciera ser un tabú.

Muchas personas no se atreven a reconocer que están estresadas, angustiadas o que sufren depresión. Como si eso fuera algo malo. Nadie anda pidiendo perdón por tener hipotiroidismo, por ejemplo. En este sentido, es válido plantear que la salud mental en nuestro país está al debe. Y no por la falta de profesionales o por la falencia de éstos, sino porque no hay políticas de Estado que velen por este tema.

Ni siquiera se nos ha educado al respecto. Y si bien en los últimos años se han hecho algunos esfuerzos, éstos no han sido suficientes. Y es que, a propósito de pandemia que sigue presente -más allá del descenso de casos-, el encierro, el teletrabajo, la falta de contacto físico y el temor al contagio o a la muerte de un ser querido han causado estragos.

Algunos debieron pasar el luto en medio del aislamiento -entre otras situaciones-, lo que agravó más la crisis. El asunto es que por temor, miedo o ignorancia, muchas veces las personas no se atreven a pedir ayuda. Y lamentablemente, aquellos que si lo hacen, no siempre son escuchados por su entorno.

De acuerdo a un estudio realizado este año por la Asociación Chilena de Seguridad y la Universidad Católica, un 32,8% de las personas consultadas presentaron síntomas asociados a problemas de salud mental, seis puntos más que la medición de noviembre de 2020. Además, en la escala específica sobre temas relacionados a la depresión, un 46,7% de las personas presentó sospecha de esta patología en algún grado.

Esto significa que casi la mitad del país sufre síntomas o -lisa y llanamente- alguna enfermedad mental. En este sentido, los casos más comunes son los trastornos de bipolaridad, trastornos de pánico con agorafobia (temor a estar en situaciones difíciles de escapar) y trastornos por estrés post traumáticos.

El llamado es a no descuidar la salud mental. No hay que pensar que si estoy más irritable o me tirita el párpado es sólo por causa del cansancio y que es normal, ya que puede haber una causa más grave de fondo. Y a las autoridades les toca avanzar en proyectos que aumenten sobre todo la prevención de este tipo de patologías, educando y facilitando el acceso a prestaciones en todos los niveles de la salud, tanto pública como privada.

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