En medio del drama, su familia lamenta que “la gente sólo se acuerde ahora de los niños discapacitados. El resto del año son invisibles”
QUILLOTA.- La angustia y el dolor son los sentimientos que inundan el hogar del pequeño “Maxi”, en el pasaje Libertad de la Población Aconcagua Sur de Quillota, donde los globos blancos, bellamente decorados, dan cuenta del drama que viven los integrantes de este núcleo familiar. Impensadamente, el pequeño de solo 6 años partió de este mundo, dejando a todos sumidos en la tristeza y en la falta de explicaciones.
Paradójicamente, la familia se preparaba para vivir lo que sería la reciente Teletón, esa misma instancia que al menor le había cambiado la vida. Porque Maximiliano Alonso Aly Espinoza Gallardo fue un luchador desde el momento en que llegó al mundo en forma prematura con solo seis meses, que lo obligaron a recuperarse en una incubadora durante 90 días.
Si bien pudo sobrevivir, las dificultades con las que nació le acarrearon una parálisis cerebral y diversas complicaciones que lo mantuvieron en silla de ruedas desde su más tierna infancia.
REHABILITACIÓN
Según relató a “El Observador” su desconsolado Padre, Maximiliano Espinoza, pese a esta condición, Maximiliano tuvo grandes avances en sus años de vida, gracias al trabajo que pudo desarrollar en diversas instituciones.
Durante un tiempo estuvo en terapia en el Centro Ecuestre Santa Sofía, ubicado en San Isidro, sin embargo, al ser una entidad privada y con un alto valor, no pudo continuar allí.
Sin embargo, agregó el padre, gracias al intenso y amoroso trabajo realizado en el Colegio Especial Los Paltos, su hijo siguió experimentando avances. Primero logró comer por sus propios medios y luego, de a poquito, disfrutar junto a quienes lo rodeaban. Es que él tenía luz propia. “Por donde pasaba, no había estrella que no brillara”, destacó su conmovido papá.
LA TELETÓN
En su proceso rehabilitador, el pequeño también tuvo a la Fundación Teletón, donde asistió durante varios años a terapia, sin embargo, el mismo padre aclaró que se les hacía muy difícil asistir.
“La gente sólo se acuerda de los niños en esta condición durante estos días de Teletón, el resto del año son invisibles”, dijo, confesando que muchas veces la locomoción colectiva se negó a llevarlos debido al tiempo que “perdían” guardando la silla de ruedas en el maletero del bus.
Y lamentablemente, cuando hoy millones de hogares enciendan la televisión para ver la Teletón, este padre y toda su familia estará llorando la partida de su hijo, lamentando el doble discurso de muchos chilenos.
TRISTE FINAL
Amado en su casa y en su escuela, más sus avances en la rehabilitación, la vida de Maximiliano era feliz. Aunque desde hace poco tiempo, los padres comenzaron a notar un deterioro en su condición, lo que vino a tener su punto crítico el pasado martes por la tarde, cuando el niñito fue llevado al Hospital San Martín de Quillota con una intensa diarrea y mucha fiebre. En el centro asistencial fue atendido y dado de alta.
Según la familia, el pequeño presentaba 38,5 grados de fiebre, pero al día siguiente el panorama fue peor. Maximiliano estaba tan mal que los padres nuevamente lo llevaron al recinto hospitalario. Pero apenas ingresó a la Unidad de Emergencias, un súbito infarto terminó con su corta vida. Paradójicamente, dos días antes de realizarse la Teletón que él y sus familiares tanto esperaban.
La mañana del viernes a eso de las 10:00 horas, luego de una ceremonia íntima en la casa familiar, el pequeño fue llevado hasta el Cementerio del Cerro Mayaca, donde fue despedido por sus familiares y amigos.
