El ingeniero agrónomo Álvaro Urbina concluyó satisfactoriamente sus estudios de magister
LA CALERA.- Cuando Álvaro Urbina Ampuero se despide a través de Whatsapp, no manda besitos ni corazones. Él envía bichitos, porque la entomología es su pasión y su vocación.
Este joven ingeniero agrónomo de 29 años y especialista en entomología, se tituló en la Universidad Católica de Valparaíso y desde diciembre de 2017 se desempeña como investigador del Centro Ceres de Quillota. Hace poco tiempo comenzó a cursar un Magister en Ciencias Agronómicas y Ambientales en la misma universidad, para el cual debió realizar una investigación y culminarla con una publicación en algún medio especializado.
“Con mi profesor queríamos hacer una investigación sobre algo novedoso y que pudiera servirles a las personas que trabajan en el ámbito del manejo de plagas. Trabajamos con un insecto que se llama Cryptolaemus montrouzieri, que es una chinita que se alimenta del chanchito blanco, que a su vez es una plaga importante en varios cultivos como cítricos, paltos, cultivos de exportación y que es una plaga cuarentenaria que afecta a varios países. Lo que hicimos fue investigar cuáles eran los olores que llevaban al Cryptolaemus hasta su presa”, explica Álvaro con voz reposada.
Para eso diseñaron un experimento y lograron demostrar que el olor de la feromona sexual del chanchito blanco es lo que atrae al Cryptolaemus hacia la plaga, lo cual, aparte de ser un aporte a la ciencia en sí, también permite abrir algunas posibilidades en el área de control de plagas. “Tal vez podría mejorar el control biológico donde hay bajas concentraciones de la plaga”, asegura Álvaro, aunque aclara que aun falta definir las aplicaciones prácticas del descubrimiento.
Una vez listas las conclusiones del estudio, Álvaro y su profesor se dieron a la tarea de escribir el estudio para poder publicarlo en algún medio.
“Primero lo enviamos a una revista especializada llamada ‘Biological Control’, que lo rechazó porque no estaba en la línea de lo que publicaba la revista y ellos mismos nos sugirieron que lo enviáramos a otra publicación especializada en comportamiento de insectos. Así decidimos enviar nuestro estudio a una revista de Estados Unidos llamada ‘Journal of Economic Entomology’, eso fue en marzo de este año y a finales de junio nos dijeron que estaba aprobado con algunas observaciones. Las corregimos y en julio nos publicaron en su plataforma digital y en agosto aparecimos en la edición de papel”, cuenta entusiasmado.
Con esta publicación Álvaro logró concluir satisfactoriamente su magister y ahora mira para atrás y evalúa cuánto sacrificio hubo en todo esto, pues cuando estaba realizando el estudio, estaba sin trabajo y solo se mantenía gracias a algunas asesorías que prestaba en el rubro agrícola, las ayudantías que hacía en la universidad y uno que otro “pituto” que salía por ahí. Con eso debía debía arreglárselas para pagar arriendo -pues es originario de Santiago- y todos los otros gastos necesarios.
Toda esta labor finalmente confabuló para que en el Centro Ceres de Quillota se fijaran en Álvaro y lo llamaran a aportar sus conocimientos en una investigación relacionada con la polinización de chirimoyos, en la cual está trabajando actualmente junto a un equipo de profesionales del centro. “Ellos necesitaban un entomólogo y se acordaron de mí, porque hacia ayudantías en la universidad y aquí estoy”, explica, agregando que además está desarrollando algunas ideas que le gustaría desarrollar en la zona.
“Me siento realizado porque fue algo que me costó mucho lograr. Desafortunadamente esta investigación no iba de la mano de un proyecto porque no había fondos para eso. Pero una vez que me titulé y que mi artículo fue publicado, fue un logro, sentí que estaba en el último escalón de miré para atrás y me pregunté cómo lo hice y ahí me di cuenta de que podía lograr lo que me propusiera”, concluye feliz este “bichólogo” -como se autodenomina- que entiende mejor que nadie la importancia de los insectos que tanto ama.