Mejor niñez y la sociedad de los invisibles

Publicado el at 12:50 pm
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Por: Denisse Pasten Herrera
Jefe carrera (I) Educación Básica
Escuela de Educación
Universidad Viña del Mar

OPINIÓN.- Mejor niñez es el Servicio Nacional de Protección Especializada para la Niñez y la Adolescencia, que el 01 de octubre de 2023 cumplió su segundo año de funcionamiento. Es un organismo público, sujeto a la supervisión del presidente de la República a través del Ministerio del Desarrollo Social y Familia. Su mandato es garantizar los derechos humanos de los niños, niñas y adolescentes gravemente amenazados o vulnerados en sus derechos. Además, su función es reparar y resignificar el daño que hayan sufrido y prevenir futuras vulneraciones mediante la utilización de equipos técnicos y programas especializados, coordinados con otros sectores y con la participación de la sociedad en general, y fomentar el desarrollo de las capacidades, habilidades y talentos de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes, para que puedan alcanzar sus metas y proyectos de vida.

Cuando desde la niñez se van juntando una serie de eventos desafortunados, estos van dejando una huella indeleble en las formas de relación y también en las formas de aprender con otros. ¿Cuántas son las oportunidades que tenemos para reparar tantas malas decisiones de los adultos y que afectan inevitablemente a los niños y niñas? Efectivamente, existen etapas claves, períodos críticos, ventanas de desarrollo o nichos desde la neuroeducación, que permiten implementar ciertas acciones para reparar daños o formas inadecuadas que se evidencian desde las habilidades parentales. Pero, sabemos que no nos enseñan a ser padres.

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Por otro lado, ¿qué pasa con los niños y niñas que han partido su historia de vida institucionalizados?, acá la situación se agrava más, ya que, desde la inserción en los contextos escolares, pasan como niños que tienen alguna dificultad de aprendizaje, problema de conducta y una serie de diagnósticos asociados que los van limitando en las oportunidades de formar parte de la sociedad o finalmente es más fácil invisibilizarlos. En esta realidad, los centros educativos no se encuentran preparados para enfrentarse a una esfera fragmentada, marcada y constantemente señalada, que con los años se complejiza, dejando huellas que cada vez se hacen más profundas y que terminan en situaciones de rechazo explícito y exclusión.

Es una asombrosa paradoja entre la integración de estos niños en espacios educativos, pero que son atendidos de manera excluyente, en tiempos y espacios distintos, separado de sus compañeros. Es entonces cuando la experiencia de rechazo, abandono y falta de apego se repite reiteradamente, una y otra vez recordando y haciendo presente una historia pasada como un constante deja vu. El desapego y sus formas de expresión se presentan en el ámbito familiar, escolar y en distintos contextos relacionales y termina por generalizarse, convirtiéndose para los niños y posteriormente para los adolescentes en un espacio difícil de abordar y solucionar.

Cuántos de estos niños y niñas luchan todos los días por una oportunidad, por ser visibles, por ser respetados, pero por sobre todo por ser amados de manera incondicional. Ponen a prueba una y otra vez los afectos, los límites de cuidadores, educadores y de las propias familias que acompañan el proceso. Si bien el discurso escrito resalta el enfoque de resguardo de derechos, esto no impide que las heridas se hagan profundas, como fuego que recorre por dentro y con sentimientos de resentimiento, aislamiento, poca empatía, frustración entre otros.

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